La incursión de ese 11
de diciembre de 1961 habría pasado desapercibida si no hubiese sido por el
matiz de violencia que tuvo. La primera información del Canciller Francisco
Acosta Yépez, militante del Partido Social Cristiano, colaborador del gobierno
de Arosemena Monroy, indicaba:
“Un camión con algunas personas se metió a
la sede de la Embajada ,
pasando sobre la cerca; estas personas iban en busca de asilo. La guardia del
Gobierno Cubano que estaba custodiando la Embajada ecuatoriana disparó sobre las personas
que iban en el camión, como resultado de lo cual hay tres muertos y cuatro
heridos… Los muertos y heridos cayeron dentro del predio de la Embajada Ecuatoriana …
Entiendo que todas las representaciones diplomáticas en la Capital de Cuba tienen
guardia, pero no se si será para impedir el uso del derecho de asilo o para
resguardar las sedes de las Embajadas”.
Al siguiente día, el
diario Revolución de Cuba relató:
“En el camión viajaban diez
contrarrevolucionarios procedentes de la población Güira de Melena, situada a
treinta kilómetros de La Habana. Los
asaltantes llegaron en el camión por la Calle 47, donde está la Embajada en el lujoso
barrio Miramar. Los milicianos que estaban en guardia, al ver llegar el vehículo
a toda velocidad, le dieron el alto, pero los tripulantes, en vez de obedecer
la orden lanzaron el camión contra los guardias con la intención de
arrollarles; fue entonces cuando los milicianos dispararon. El camión logró
entrar hasta el patio de la
Embajada donde otros asaltantes que se encontraban en la sede
diplomática ayudaron a los recién llegados lanzando botellas contra los
guardias y lograron recoger a los heridos… Cuando llegó la
Cruz Roja para recoger a los heridos se
produjo un nuevo desorden, pues los asilados agredieron a sus integrantes”.
El 14 de diciembre, el Canciller
ecuatoriano envió una carta al gobierno cubano desmintiendo esta versión. La
responsabilidad de los hechos fue de los milicianos cubanos, según esta
narración que hizo Acosta Yépez:
“El día 11 del presente mes, a las 6 y 50
minutos de la mañana, un camión ocupado por ocho personas, que buscaban asilo,
penetró al inmueble de las oficinas de la Embajada del Ecuador en la ciudad de La Habana , pasando sobre una
verja de malla de alambre.
Uno de los guardias del Gobierno Nacional
de Cuba, colocado en la acera de en frente del edificio, disparó su
ametralladora contra el camión cuando se encontraba dentro del predio que ocupa
la Embajada ,
resultando de ello tres muertos y cuatro heridos de los ocupantes del camión.
Además algunos proyectiles hicieron impacto en la fachada lateral del edificio
y uno de ellos penetró por la ventana del segundo piso que corresponde a un
dormitorio que ocupan en calidad de asiladas, algunas mujeres cubanas, con el
natural riesgo de sus vidas”.
Según el grupo
anticastrista Circuito Sur, durante el suceso murieron alcanzados por las balas
de los milicianos, los refugiados Juan Espinosa Montesino, Alberto Hernández e
Israel Leal.
Por considerar que los
acontecimientos iban en contra de lo dispuesto en las convenciones sobre
Derecho de Asilo y sobre Funcionarios Diplomáticos, cuyo Art. 14 consagra “la
inviolabilidad de la residencia particular u oficial de una Misión Diplomática”,
el gobierno de Ecuador protestó y exigió las satisfacciones debidas. Además, le
requirió al gobierno de Cuba salvoconductos para todas las personas que se encontraban
asiladas en la Embajada ,
diciéndole que debía hacerlo, “a más tardar, hasta el día lunes 18 del mes que decurre”.
Además, exigió que “por respeto a los Derechos Humanos, los cuatro heridos que
cayeron dentro del predio de la
Embajada ecuatoriana, una vez que se recuperen en su salud en
el Hospital en que se encuentran, sean entregados a la Embajada del Ecuador en
su calidad de asilados, y se les conceda el salvoconducto respectivo tan pronto
como les sea posible viajar.”
La nota del Canciller
Acosta Yépez molestó a los isleños. Su Ministro de Relaciones Exteriores, Raúl
Roa García, contestó dos días después:
“Los guardianes actuaron en un acto de
absoluta y legítima defensa de sus vidas y de la obligación a que estaban
comprometidos…
Es oportuno llamar la atención a la Cancillería del
Ecuador que ha prejuzgado los hechos sin solicitar siquiera información previa
al Gobierno de Cuba.
El Gobierno de Cuba considera conminatorio,
inamistoso e inaceptable el señalamiento que se hace de entregas de
salvoconductos a determinados asilados con plazo hasta el día 18 del mes en
curso.
La exigencia de que los cuatro heridos
sean entregados a la Embajada
carece de sentido, por cuanto el Gobierno Revolucionario, desde el primer
instante, les brindó asistencia médica y los recluyó en un hospital,
comunicando a la representación diplomática ecuatoriana que estaban a su entera
disposición si deseaban aceptarlos como asilados, status que les fue
conferido.”
Estos asaltos a mano
armada, a las embajadas, el Canciller Roa atribuía a “los planes agresivos del
Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, su interés en promover rupturas de
relaciones con diversos pretextos y aislar a nuestro país…”
Páginas:
46,47,48,49, libro ‘Un ciclón llamado Fidel’, de Mariana Neira.
CONFLICTO DIPLOMÁTICO Y
PRESIONES
El Canciller Pareja
Diezcanseco renunció, y en agosto de 1980 le sustituyó el abogado y escritor Alfonso Barrera Valverde, quien le contó
a la autora:
“Cuando yo entré a la Cancillería , ni la
gente de derecha ni los militares estaban muy contentos con estas relaciones
con Cuba. Militares y partidos políticos, aparentemente progresistas, eran
contrarios a Castro, entre esos la Democracia Popular
del Vicepresidente Oswaldo Hurtado. Jaime Roldós se dio cuenta que había un
fuerte movimiento en contra de Castro”.
En eso se dieron,
simultáneamente, la ‘guerra de Paquisha’ con Perú y la toma de la Embajada de Ecuador, en La Habana , por parte de
disidentes cubanos. Este conflicto diplomático pesó mucho. Los anticomunistas civiles
y los militares, presionaron para una nueva ruptura de relaciones con el
gobierno de Fidel Castro.
El anticastrista,
Norberto Fuentes, relató estos sucesos en su libro Los hijos del enemigo:
“El 13 de febrero de 1981 catorce miembros
de la familia Delgado entraron en los terrenos de la Embajada de Ecuador. Unos
cuantos llevaban pistolas calibre 22 (sin detonador), como medida de
precaución. Tan pronto como estuvieron a salvo dentro del edificio de la
embajada, los Delgado entregaron sus armas al embajador ecuatoriano, Jorge
Pérez Concha”.
Las agencias
internacionales de noticias dieron una versión diferente:
“El comando armado, de veintinueve cubanos,
irrumpió en la Embajada
de Ecuador para reclamar asilo político y amenazó con ejecutar al embajador y a
tres diplomáticos ecuatorianos que tiene en su poder, si interviene la Policía. Ingresaron
con ametralladoras, granadas de mano, pistolas, cuchillos. Algunos integrantes
del grupo golpearon a un guardia de seguridad cubano con un caño y le arrebataron
sus armas para entrar. Tomaron cautivos al embajador Jorge Pérez Concha, de setenta
y dos años, y a los diplomáticos ecuatorianos Guillermo Bassante y Francisco
Proaño, más la secretaria cubana Mercedes Vásquez”.
A criterio del ex
Canciller Barrera Valverde:
“Había la consigna de fastidiarle a Jaime
(Roldós) porque reinició relaciones con Cuba. Ecuador estaba en pleno
enfrentamiento con Perú, en Paquisha. La toma de la embajada fue un acto
programado con el afán de enfrentar a Ecuador con Cuba”.
Así se le abrió al país
otro frente de conflicto. Entonces, el Presidente Roldós y su Canciller armaron
una estrategia que la contó Barrera Valverde:
“Se dio la petición de asilo con armas. Era
una toma, un asalto de la embajada. Mi misión era salvar la vida del embajador
y mi determinación: no romper relaciones con Cuba. Desde el principio que se
dio el hecho, la decisión era no romper relaciones con Cuba, pero nadie debería
saberlo. Solo sabíamos el Presidente Roldós y yo, y resolvimos que sea así, que
no trascienda, porque si Cuba se enteraba, abusaría de nosotros”.
Los cubanos daban su
versión de los hechos, de acuerdo a su conveniencia. Fuentes manifestó:
“El Ministerio de Relaciones Exteriores de
Ecuador dijo que, según Rómulo Juan Delgado Fernández, los refugiados son ex
oficiales del ejército cubano. Él era un ex capitán de la marina mercante,
destituido en marzo de 1980. En el grupo había cuatro mujeres y seis niños”.
El gobierno cubano dijo:
“Los hermanos Rómulo y Pascual Delgado Fernández
son delincuentes prontuariados. Rómulo
es un prófugo con sentencia por falsificación de moneda... es un delincuente común acusado de robo y
corrupción a menores. Pascual estaba sentenciado por asesinato a una mujer
cuando estaba ebrio”.
De inmediato a la toma
de la embajada, la milicia cubana, apoyada por tropas especiales, cercó la
embajada y cortó el servicio eléctrico.
El Canciller Barrera
Valverde convocó al embajador cubano en Quito, Fernando Flores, para conversar
sobre el incidente, mientras tanto, el Ministro de Relaciones Exteriores de
Cuba, René Anillo, anticipaba en La
Habana : “Cuba no accederá a las exigencias de un grupo de 29
cubanos…”
La reacción de los
anticastristas fue inmediata. Hubert Matos, ex Comandante de la revolución
cubana, que luego pasó preso veinte años en La Habana , se había radicado en
Caracas, donde dirigía el movimiento de oposición ‘Cuba independiente y
democrática’. Desde allí le pidió al Presidente Roldós, que les conceda asilo a
los veintinueve refugiados en la embajada. En Quito, la anticastrista ‘Junta
Patriótica Cubana’ hizo igual.
Según Barrera Valverde,
desde el principio, la decisión del gobierno ecuatoriano era no dar asilo a los
cubanos que se tomaron la embajada. Contó el motivo: “No me consta que los que
se tomaron la embajada tuvieran antecedentes delictivos, pero sí actuaron como
delincuentes, eso les quitaba la opción al asilo”.
Presionado por los anticastristas
nacionales y extranjeros, el Presidente Roldós envió a La Habana una misión de alto
nivel para negociar con Cuba. La presidía el subsecretario económico Cornelio
Merchán, e integraban Jaime Moncayo, ex secretario general del SELA (Sistema
Económico Latinoamericano); Luis Gallegos, funcionario de la Cancillería , y dos
altos oficiales militares.
Fuentes narró algunos
detalles:
“En las conversaciones estaban
funcionarios del gobierno ecuatoriano, funcionarios cubanos y los Delgado.
Después de siete días de negociación, Ecuador anunció que había decidido
conceder asilo político a los Delgado. Se entregó a Rómulo Delgado un documento
oficial del gobierno ecuatoriano que especificaba los términos del acuerdo”.
El 20 de febrero de 1981,
los refugiados liberaron al embajador Pérez y a todos los rehenes. El mismo día,
la misión de alto nivel regresó a Quito “creyendo que se había resuelto el
dilema”.
El régimen cubano no
aceptó el acuerdo e invadió la sede diplomática. Fuentes lo narró así:
“Entre la 1 y las 4 a .m. del 21 de febrero,
fuerzas especiales de Castro asaltaron la embajada ecuatoriana para detener a
los disidentes. Todos los miembros de la familia Delgado fueron golpeados
salvajemente, niños incluidos. Los mayores fueron encarcelados y dos de los
niños fueron ‘puestos en libertad’ para entregarlos a familiares en Pinar del
Río, aunque siguieron bajo vigilancia y no se les permitió asistir a la
escuela. Owin Delgado, de 15 años, recibió heridas tan graves en la cara y la
cabeza (casi perdió una oreja) que tuvo que ser trasladado a un hospital”.
El mismo día, el
gobierno de Castro declaró a la prensa que sus milicianos ingresaron a la
embajada “con la autorización del Ecuador”. El gobierno de Quito desmintió y
protestó enérgicamente por la violación de su misión diplomática.
El ex Canciller Barrera Valverde
aclaró lo sucedido:
“El gobierno de Cuba se tomó la embajada,
eso me molestó mucho. Es la parte desagradable. El gobierno de Cuba debió
respetar la embajada. A mí no se me escapó de las manos (el conflicto), no
estaba el gobierno de Cuba autorizado a realizar ninguna acción física en la
embajada. Los delegados que envié dijeron sí a todo lo que proponía Fidel
Castro. No es que abandonamos la sede, salieron el embajador y los funcionarios,
porque los cubanos hicieron imposible permanecer allí: cortaron los servicios
básicos (luz, agua) y lanzaron gases lacrimógenos al interior. Cuba jugó por su
cuenta. No hubo abandono. Una cosa es abandonar y otra cosa es sacarles a los
funcionarios porque no podían quedarse allí. A la fuerza se les sacó”.
Estos sucesos alentaron
la presión de todos lados. Barrera Valverde lo recordó:
“Los cubanos en Miami estaban alentados
por este acto y presionaban para que Ecuador rompa con el gobierno de Castro.
En el país presionaban para la ruptura los militares y partidos políticos
progresistas: Liberal, Democracia Popular. Incluso el MPD, de izquierda. La Izquierda Democrática
no decía nada. Yo tenía que cumplir mi palabra, no romper relaciones. Jaime (Roldós)
me dijo: ‘Solo usted está por continuar relaciones”.
Los militares fueron
frontales en su planteamiento. Lo relató Barrera Valverde:
“Jaime (Roldós) me llamó a la presidencia.
Allí estaba el Ministro de Defensa, Marco Subía, un caballero. Estuvimos solos
los tres. Marco dijo: ‘Las Fuerzas Armadas, en su totalidad, están de acuerdo
en que Cuba mantiene una política de intromisión en Ecuador. Era a propósito de
unas manifestaciones que hubo en Manabí y Esmeraldas, organizadas por
movimientos sociales, que los militares creían que estaban auspiciados por la
embajada cubana. Por eso Marco dijo que las Fuerzas Armadas pedían la ruptura
de relaciones con Cuba. Le dijo a Jaime (Roldós) que quería ir al Consejo de
Generales y Almirantes con una respuesta del Presidente. Yo intervine y le
dije: ‘General, dígale al Consejo de Generales que la opinión de las Fuerzas
Armadas es respetable y que si el gobierno toma alguna medida, las Fuerzas
Armadas serán las primeras en ser informadas. Nada más. El general salió y le
dije al Presidente: ‘Si ahora dice sí a lo que le piden las Fuerzas Armadas, en
el futuro dirá sí a todo”.
Este acontecimiento
diplomático se diluyó rápido, porque Ecuador
tenía otro asunto importante que atender: el conflicto bélico con Perú, en la Cordillera del Cóndor
(Paquisha), que concluyó el 26 de febrero de 1981, con el acuerdo de retiro de
tropas.
Un día después, el 27 de
febrero de 1981, llegó el Viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba,
Ricardo Alarcón, para conversar con el Canciller ecuatoriano Alfonso Barrera.
Le reiteró que Cuba había sido autorizada por la misión especial para incursionar
en la embajada. Y se reactivó la presión interna para la ruptura. El Presidente
Roldós dijo que si con Perú, por algo más grave (Paquisha) no se había roto
relaciones, no lo iba a hacer con Cuba y le envió a Fidel la siguiente nota
publicada por la revista Vistazo:
“Las posibilidades de una relación normal
entre los dos gobiernos, a más de las satisfacciones del caso por haber tomado
bajo su control la embajada, dependen de un solo punto: el respeto a la
integridad y a los derechos del ser humano, que en este caso deben traducirse
en la protección que debe el Ecuador ejercer efectivamente sobre todos los
cubanos que ocupaban la misión diplomática”. La Habana le había contestado:
“Cuba mantiene sus derechos con relación a las personas arrestadas…”
Por el anticastrista
Norberto Fuentes se conoció que, el 3 de marzo de 1981, el joven Owin Delgado
murió. Rómulo y Pascual Delgado todavía estaban cumpliendo sus condenas de 43 y
45 años, por intentar buscar asilo político en Ecuador.
Algunos creen que el
triunfo fue de Cuba. Barrera Valverde no lo consideraba así, mientras contaba
esta anécdota: “Tiempo después me encontré con el Viceministro de Relaciones Exteriores
de Cuba, Alarcón, y me dijo que Ecuador le salvó a Cuba de ser un paria, porque
si Ecuador rompía relaciones, todos habrían roto”.
Páginas: 144, 145,
146, 147, 148, 149, libro ‘Un ciclón llamado Fidel’, de Mariana Neira.