Por
Mariana Neira
Ritual
indígena de una ‘limpia’:
El
bastón de mando significa darle al elegido poder para que ‘gobierne con
sabiduría’.
El
poncho y el sombrero son símbolos de su
cultura, significa que los indígenas depositan su confianza en el elegido.
La
‘limpia’ con ramas, plantas, flores y licor bendecidos es para sacar del cuerpo
del elegido los malos espíritus.
No
está claro, pero el ritual también comprometería a la nueva autoridad a: Ama llulla, Ama shua, Ama quilla. En castellano: no mentir,
no robar, no ser ocioso.
Si
no cumplen sus promesas, se les quita el bastón.
El cambio de alcaldes y
prefectos provocó una ‘fiebre’ de entrega de bastones de mando, ponchos y
sombreros, más ‘limpias’ a las nuevas autoridades.
Es una tradición indígena,
llena de buenas intenciones, que debería combinarse con la norma mestiza que
obliga a todo funcionario público que comienza una función a realizar su declaración
juramentada de bienes en la Contraloría.
Y, pensándolo bien, dado
que en los dos casos el objetivo es el mismo: comprometer al nuevo funcionario
a no ser corrupto, este ceremonial indígena debería realizarse en la puerta de
la Contraloría y con una condición: toda nueva autoridad debería presentarse allí
con su declaración de bienes y entregarle al shamán (que hace la ‘limpia’) una
copia para que sea el depositario y testigo del compromiso de la nueva autoridad
a un manejo honesto de los bienes públicos que le tocará administrar.
Para vigilar que esa
promesa se cumpla deberían estar los ojos, los oídos y las bocas de los shamanes,
sus súbditos y mestizos bien abiertos para, en el momento oportuno, denunciar las
vivezas criollas, picardías, robos, coimas.
Esta actitud vigilante debería
mantenerse hasta el final, cuando la autoridad deja su cargo con otra declaración
de bienes en la Contraloría. Entonces, el shamán con sus súbditos y los
mestizos deberíamos estar presentes para observar cuántos bienes adquirió esa
autoridad durante su gobierno. Si el monto de los nuevos bienes superara a la
lógica matemática (comparación de ingresos con egresos), a esa autoridad se le
exigirá explique por qué sale con más plata que cuando entró.
Entonces sí estaríamos
cumpliendo nuestro rol de ciudadanos activos cumplidores de un deber cívico
para evitar que los funcionarios públicos nos roben como nos robaron antes. Lamentablemente
los ecuatorianos no estamos haciendo eso; somos lentos, no actuamos o actuamos tarde,
cuando ya se llevaron el santo y la limosna.
Por eso se dan hechos
increíbles, como que algunos implicados en hechos de corrupción en la década
pasada y no recibieron sanción alguna, en los últimos comicios fueron elegidos
para gobernarnos, como el ‘emprendedor’ que hizo una ‘feria’ y autoadjudicación
de frecuencias del Estado. Con un recurso ajeno (del Estado) llegó a ser exitoso,
pero por ahí está escuchándose que sus empresas ahora andan con problemas
financieros. La pregunta es: ¿cuándo el ‘emprendedor’ deje el cargo, sus
empresas seguirán con los mismos problemas o se habrá producido el ‘milagro’ de
la recuperación exitosa de su ‘emprendimiento’?
Con plata ajena, con
plata del Estado, todo emprendedor es exitoso. Basta ver la lista de corruptos
que ‘emprendieron’ saqueando al Estado y ahora están perseguidos por la
justicia, huyendo como ratas cuando el barco se hunde.
Hay que vigilar al Estado
para que no se llene de ratas.