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jueves, 25 de diciembre de 2025

EL ÁNGEL QUE SOÑABA CON VOLAR


 

 ¡FELIZ NAVIDAD PARA MIS LECTORES Y QUE EL AÑO 2026 SEA DE PAZ!

CUENTO NAVIDEÑO. Creo que tenía ocho años cuando unas señoras llegaron a visitar a mis padres para pedirles que “me prestaran” para ‘El Pase del Niño’ que partiría desde la quebrada que marcaba el límite de nuestra ‘propiedad’ con el pueblo ‘Volcán’, de Ecuador, hasta la plaza donde estaba la iglesia gigante. Yo sería un Ángel en el ‘nacimiento de Jesús’ que los priostes armarían en el cajón del único camión que había en el pueblo.

Una semana habíamos pasado en los preparativos. Del vestuario del Ángel que, aunque suena a varón, viste como niña en primera comunión, incluía un hermoso vestido blanco, alas y corona que los hizo la ‘Mona Teresa’, la única costurera del pueblo que, por guapa, desde el momento en que llegó a este rincón serrano, puso de cabeza a los parroquianos. Mis padres me llevaron a ‘Ciudad de Nieve’ para comprarme los zapatos, las medias, los guantes, todos de color blanco. De paso, mamá me condujo por primera vez en mi vida a una peluquería donde me sometieron al martirio de ‘la permanente’ para rizar mi pelo.

Ya vestida como Ángel, en el cajón del camión me encontré con otros niños ángeles que estaban siendo acomodados alrededor de la Virgen María, San José y el Niño Jesús, también de carne y hueso, únicos sentados en bancos. El resto permaneceríamos de pie la hora que calculaban duraría el ‘Pase del Niño motorizado', porque el camión debía moverse al paso de los priostes que caminaban atrás.

Todo el cajón era un pesebre de paja y musgo, cubierto por estrellas, una luna gigante, con un arco de flores en la puerta. En el piso, los cuyes y conejos se movían nerviosos en sus jaulas de madera, les acompañaban un cordero, un 'guagua' chivo, un ‘guagua’ puerco, un ‘guagua’ burro.

Los ángeles debíamos pararnos al lado de la ‘sagrada familia’, los pastores junto a los animales, alejados de todos, los tres reyes magos Melchor, Gaspar, Baltasar sostenían pequeños tiestos de barro con oro, incienso y mirra para regalar a Jesús.

Atrás del camión caminaba la primera banda del pueblo entonando las alegres canciones navideñas. A su lado, algunos niños bailaban a su ritmo y ganas tuve de aprovechar de mi condición de ‘ángel’ para volar y aterrizar en ese grupo de niños alegres que contrastaban con los priostes adultos de cara triste que caminaban, ellos, con terno y corbata, ellas con vestido largo y pañolón, todos de color negro.

Los priostes, ‘dueños’ del ‘Pase del Niño motorizado’ y varias personas que les seguían, cargaban imágenes del Niño Jesús. Algunos de los acompañantes se habían disfrazado de ‘marías’, ‘joseses’ y lanzaban ‘chagrillo’, una mezcla de pétalos de flores, o cargaban el incienso que perfumaba el ambiente.

Atrás iban unos pocos indígenas reales y mestizos vestidos como indígenas, otros estaban disfrazados de negros, pintados su cara con carbón. Alrededor de estos personajes brincaban incansablemente payasos blandiendo sus chorizos que asustaban a los espectadores, especialmente a los niños. Era mucha gente brincado y bailando al ritmo de la segunda banda de músicos. Mirando tanta alegría, otra vez sentí ganas de volar.

Todos los personajes que participaban en el Pase del Niño eran escoltados por jinetes montados en caballos, mulas, hasta en burros.

El espectáculo era mirado por la gente parada en los balcones, en las puertas de calle, en los bordes del camino. Al paso de cada Niño Jesús, se santiguaba y lanzaban ‘chagrillo’.

Cerraba el ‘Pase del Niño motorizado’ la tercera banda de músicos. Las tres bandas se alternaban para tocar, la última entonó villancicos más alegres que los anteriores, combinados con música ecuatoriana y, por tercera vez, sentí ganas de volar.

Entramos a la iglesia como a las 7 de la noche. Comenzó la misa y los niños ‘ángeles’ y 'pastores' del ‘Nacimiento ambulante’, derrotados por el cansancio y el sermón, pronto nos quedamos dormidos en las bancas. Los adultos nos codeaban para que atendiéramos al resto de la misa, lo hicimos, pero más dormidos que despiertos. Finalizó la misa y una cola de humanos, también con cara de sueño, retiraba del pie del altar a sus ‘niños jesuses’. Nos despertó la pelea que hubo en la puerta de la iglesia para salir. Lo conseguimos soportando empujones, pisotones, codazos que provocaron llanto en los niños más pequeños.

Al frente de la puerta, mirando la escena, estaba papá, parado junto a la camioneta, subimos y fui a completar en casa el sueño interrumpido en la iglesia. Mientras dormía, mi sueño de volar como ángel se hizo realidad, volé de la cama al piso.

‘Desde chiquitos’ los humanos vivimos de sueño en sueño, unos buenos, otros malos.

MNeiraperiodismo.blospot.com

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