Patricia Ochoa y
Alexandra Córdova, ¡qué mujeres! Son la esposa, la madre, buscando justicia por
el asesinato de su esposo, y la desaparición y posible crimen de su hijo.
No dejo de leer y
escuchar las notas sobre ellas. (Qué bien se está portando la prensa
ecuatoriana; hace un seguimiento permanente de estos casos, amargando a quienes
creyeron que pronto los olvidaríamos.)
A las dos las veo solas,
sin el auxilio de las organizaciones de derechos humanos (que no sé por dónde
andan), enfrentándose a dos mafias: una que funcionó en la cúpula del poder y
escondió el tercer informe del perito internacional que delata a los asesinos
materiales e intelectuales del ex general y ex comandante de la FAE, Jorge Gabela.
Por Patricia Ochoa, su
esposa, conocemos que ese informe pasó por las manos de altísimos funcionarios
del gobierno, hasta del ex presidente Correa. Lo último que escuché en un
medio, fue que había una lista de coimas por la compra de los helicópteros
Dhruv. Sería la causa del crimen del general.
Alexandra Córdova, la
madre de David Romo, nos ha puesto frente a una posible mafia dedicada al
trabajo macabro de atrapar a jóvenes, con supuestas adicciones, para
encerrarlos. Ella descubrió a los autores y detalles del secuestro de su hijo
que habría terminado en crimen, pero la fiscalía, en lugar de coadyuvar a la
investigación de la madre, pidió el ‘sigilo temporal de la información’ que se
extendió por dos años y medio.
Para llegar a este punto
de sus investigaciones personales, Patricia y Alexandra caminaron, en solitario,
por senderos llenos de obstáculos, amenazas, jugándose la vida.
A alias ‘Francis’,
supuesto autor material del crimen del general, le ‘silenciaron’ en una calle
guayaquileña. Estaba con dos amigos cuando llegó una camioneta con cuatro
hombres, uno se bajó con metralleta en mano y les mató a los tres. (Es uno de
los ‘secretos’ del tercer informe.)
Increíblemente, en el ocultamiento
de este informe participaron mujeres que, se supone, somos muy sensibles al
dolor humano. (Ahora, cínicamente, ellas aparentan tener alzheimer y juegan al
florón). Una ministra de defensa, ministras de ‘justicia’, presidentas de la
asamblea y de la comisión de fiscalización, le dijeron a Patricia que su esposo
fue asesinado por delincuentes y punto; no por el ‘negociado’ de los Dhruv.
Juezas le negaron a Alexandra el acceso al proceso sobre la desaparición de su
hijo.
Patricia y Alexandra no
se dieron por vencidas, investigaron incansablemente. Su denuncia oportuna, en
voz alta, y la fuerza del amor, fueron su bendita protección.
Todos y todas, desde los
frentes en los cuales nos encontramos, las apoyamos y pedimos sigan adelante
hasta cuando se castigue a los culpables.
(Publicado
en diario El Comercio, Viernes 17 de agosto 2018)