Nada estorba a los gobiernos totalitarios más que un
periodista investigador, analítico y frontal. Un periodista que expone lo
oculto y hace comprender a la gente aquello que aparece confuso. A esos
periodistas buscan exterminarlos. Es cuando entran en acción los estrategas del
exterminio.
‘¡Periodistas
corruptos!’ La frase con la que comenzó a atacarnos Correa impactó. La gente
dudó. Comenzó a ver a los periodistas con recelo. Corrupto, según el
diccionario de la Academia de la Lengua Española es ‘dañado, perverso, torcido’. Cuando
comenzaron a ‘caer’ los ‘periodistas estrella’ (los de más alto rating) por
expresar sus ideas frontalmente, la gente creyó que ‘cayeron’ por ‘dañados,
perversos, torcidos’. Muchos incluso se alegraron por sus ‘caídas’ porque nada
alegra más a los seres inhumanos que la desgracia ajena, aun cuando hubiesen
recibido favores de los caídos.
Los estrategas del exterminio pensaron que las
primeras ‘caídas’ generarían pánico y, muertos de miedo, las empresas periodísticas
y todos los periodistas pondrían a sus pies sus cerebros. Pensarían como ellos y
escribirían lo que ellos quisieran. Qué equivocados estaban. A los ‘caídos’ les
tomaron la posta periodistas nada dóciles. Continuaron con denuncias y
opiniones frontales, respaldados por empresarios que para evadir el acoso del
poder se convirtieron en ajedrecistas. Sacrifico a este alfil, a esta torre,
para salvar a la reina, al rey, al tablero y todas sus piezas. Y en este juego
de ajedrez se han visto obligados a desprenderse de piezas valiosas o han caído
como Vanguardia y Hoy. Las víctimas del ‘jaque’, obvio, son los más débiles:
los periodistas. Por el chantaje del poder los empresarios les piden que se
callen (autocensura), les exigen la renuncia o les despiden dejándoles en la
calle con una carpeta de glorias bajo el brazo y en una situación de
sobrevivencia muy difícil.
Ni eso amedrenta a los periodistas de casta.
Entonces, los estrategas del exterminio que alguna vez debieron haber pasado
por alguna escuela de comunicación donde posiblemente les enseñaron que toda
nota periodística se sustenta en una fuente, se lanzaron contra las fuentes que
generaron las denuncias más impactantes de casos de corrupción durante este
gobierno, como Balda, Lara, Jiménez, Villavicencio que terminaron
judicializados por diferentes motivos. Los estrategas del exterminio creyeron que
persiguiéndoles a ellos se acabarían las fuentes, se acabarían las denuncias. Otra
vez se equivocaron. ‘Si una vela se te apaga, otra se vuelve a prender’, dice
la canción y eso sucede en el periodismo: una fuente se acaba y otras aparecen.
Para tapar la boca definitivamente a estos
periodistas que no piensan, no escriben, no hablan como los gobernantes, los
estrategas del exterminio fabricaron su Ley de Comunicación. Pero ni esa ley
calla a los periodistas valientes. (La valentía del periodista ecuatoriano es
elogiada a nivel mundial. Los de afuera no entienden cómo pueden trabajar con
semejante mordaza legal. Yo agregaría: y sin salario).
Y sucedió algo que los estrategas del exterminio no
esperaban. Los periodistas ‘caídos’ resurgieron como el Ave Fénix en ‘muros’
donde expresan sus denuncias, sus ideas, leídas por miles de miles de personas, muchos de ellos jóvenes. Tampoco esperaban
que los ‘caídos’ y no caídos mantuvieran un nexo de solidaridad tan fuerte entre
sí y con todos los periodistas, empresarios, instituciones vinculadas. Esta es
la fuerza periodística ecuatoriana. Los estrategas del exterminio quieren
destruirla, ahora, acabando con Fundamedios, una de las instituciones
vinculadas al gremio que ha denunciado los abusos del poder contra periodistas
y medios. Denunció, por ejemplo, que los organismos encargados de poner la
mordaza al periodismo han incurrido en 1.300 agresiones a la libertad de
expresión que los organismos gubernamentales consideran ‘sanciones’ por
infringir una ley fuera de toda ley. Los organismos del gobierno denuncian la falta
y ellos mismo indagan (como un fiscal) y ellos mismo juzgan (como un juez).
Poder omnímodo.
Después pretenderán acabar con los ‘muros’ y con los
medios privados tradicionales que quedan en pie.
‘Pobres periodistas’. Eso dice mucha gente que ya no
cree en la manoseada frase ‘periodistas corruptos’ convertida en bumerán del gobierno. La gente cree que
algo huele mal en el gobierno, algo huele mal en el país y los ‘pobres periodistas’
tenían razón cuando denunciaban, cuando advertían. ‘Pobres periodistas, cómo
les trata el Correa’. Valió la pena la resistencia. Se abrió los ojos a la
gente. Esa es la misión de los periodistas, de los empresarios de medios y las
instituciones periodísticas como Fundamedios involucradas en la defensa de los
espacios de libertad de expresión, sin miedo.