Mucha gente cree que Rafael Correa ya perdió Quito para siempre y Jorge Yunda está por hacerlo y, parece, de una manera muy fea. ¿La razón? No sintonizaron con el espíritu o identidad quiteña que exige a las autoridades respeto a sus símbolos y a las personas que son símbolo de su ciudad; que sus tributos los inviertan correctamente en obras y servicios y no los metan en sus bolsillos; que no le gusta el maltrato ni a sus mascotas, peor a su gente.
Prueba del
creciente rechazo de Pichincha, Quito, al correísmo, es que en la última
elección recibió el porcentaje más bajo desde el 2007: 35,35% con Arauz.
Esta caída
influye enormemente en los triunfos presidenciales porque Quito tiene el
electorado más grande del país y a los políticos que no cumplen con las reglas,
les quitan sus votos y hasta son capaces de derrocarlos.
El rechazo de
los quiteños a Correa empezó a notarse desde el 2014 cuando su partido perdió la
alcaldía de Quito, lo que le llevó a desistir de la idea de candidatizarse a la
reelección en 2017. El rechazo a Yunda empezó el momento mismo en que se
posesionó, 2019, pero se acentuó en el 2020 cuando se detectó un negociado con
las pruebas covid-19. La última noticia es que hay tres demandas para su
destitución.
CORREA ATACÓ A SÍMBOLOS QUITEÑOS
Veamos el
comportamiento de Correa que molestó a los quiteños. Creyéndose dueño de Quito
lanzó una idea provocadora: construir un nuevo complejo de oficinas del gobierno,
incluyendo las de la presidencia, en el cuartel Eplicachima y dejar el Palacio
de Carondelet, que está en el centro y es el corazón de la historia quiteña y
ecuatoriana, para funciones meramente ceremoniales. Obvio, los quiteños
saltaron hasta el techo diciendo que el presidente pretendía “gobernar desde un
cuartel” y gastar dinero en una obra “innecesaria”.
Después, cual
alcalde, Correa ordenó que el centro histórico se convirtiera en la ciudad
diplomática (con todas las embajadas) y se derrocara algunos inmuebles y en su
lugar se hicieran parques. No eran malas las dos ideas, pero los quiteños
tienen claro que para administrar su ciudad están los alcaldes, no los
presidentes.
Ahora, Yunda,
como Correa, también quiere llevarse el Municipio a no sabemos dónde. “Debemos
preservar el centro histórico. Estamos trasladándonos, no será de la noche a la
mañana, pero en esta administración hemos tomado la decisión de proteger al
centro y funcionar desde otro lugar, más moderno, con más movilidad y accesibilidad,
estamos trabajando en esto”, dijo el alcalde que ignora que para los quiteños
pagar los impuestos en el Municipio es un pretexto para pasear por el centro. (Noticia:
Alcalde de Quito plantea sacar
instituciones municipales del centro de Quito. Diario La Hora, enero 16,
2021).
Abdalá Bucaram
decía que en el palacio de gobierno hay fantasmas y parece fuera cierto. Da la
impresión de que ellos estuvieran protegiendo el entorno del ‘espíritu quiteño’
de los malos afuereños. A Bucaram, envuelto en corrupción, lo botaron de la
presidencia, y Correa y Yunda ahora son los ‘menos queridos’ de Quito.
A estas
intenciones correístas se sumó la barbaridad de alterar el orden de las
estrofas del himno a Quito que no es muy antiguo, data de 1944, pero es otro de
los grandes símbolos de la capital. Sucedió el 16 enero 2014. El Concejo
Municipal dirigido por el alcalde Augusto Barrera, médico, sociólogo que se
unió a la ‘revolución ciudadana’ de Correa, dispuso que en lugar del verso:
Oh, ciudad española en el Ande,
Oh, ciudad que el Incario soñó,
porque te hizo Atahualpa eres grande,
y también porque España te amó.
Se cantara:
Cuando América toda dormía,
oh muy Noble Ciudad, fuiste Tú,
la que en nueva y triunfal rebeldía,
fue de toda la América luz.
Los ‘revolucionarios’
que estaban en contra de la conquista española armaron una tremenda confusión
entre los niños, jóvenes y adultos que siempre cantamos: “España te amó”.
Y el ‘espíritu
quiteño’ salió de nuevo para castigar, esa vez, con la derrota a Barrera que
pretendía la reelección. El sucesor, Mauricio Rodas, retornó el párrafo del
himno a su lugar.
Y CRECIÓ LA ANTIPATÍA DE QUITO HACIA CORREA
Barrera había
ganado la alcaldía de Quito, por primera vez en 2009, con el 43,14% de votos,
frente al 27% de su rival Antonio Ricaurte. Pero por el 2014 perdió la
reelección frente a Rodas (58% a 38%).
El culpable,
muchos dijeron, fue Correa que, siguiendo su estilo de gobierno que no tomaba
en cuenta a nadie, peor al ‘espíritu quiteño’, abrió tanto la boca que, por lo
bajo se comentaba, el mismo Barrera le mandó a callar, pero siguió con sus
embarradas. Barrera dijo después a El Comercio: “…aunque reconozco su buena
voluntad, la entrada de Rafael Correa en la segunda fase de la campaña generó
resultados equívocos”.
Pero, como es su
estilo, Correa culpó de todo a Barrera. Dijo que perdió porque no era “Mr.
Simpatía”.
EL GRAN SECRETO: CORREA NO GANABA LA ELECCIÓN 2017
Correa se volvía
cada vez más antipático para los quiteños. Lo captó un famoso experto político
norteamericano, asesor de figuras mundiales. Correa fue su cliente desde 2007 y
le pidió su opinión sobre su intención de ir por la reelección en 2017. Lenin
Moreno también planeaba su candidatura y el experto, luego de un análisis le
dijo a Correa que las simpatías hacia él bajaban y si fuese a una segunda
vuelta con Moreno, este le ganaría. Fue cuando empezó con el cuento de que se
iba a Bélgica por su familia y ‘le rogó’ a Lenin Moreno para que fuera el
candidato de Alianza PAIS, como el mismo Moreno lo reveló hace pocos días.
Moreno ganó con
el 51,16% de votos al finalista Guillermo Lasso que obtuvo 48,84%. Pero por el
extraño ‘apagón’ que hubo en las computadoras del Consejo Nacional Electoral
(CNE) mientras se contaban los votos, hasta ahora se discute si ese 2.32 de
diferencia fue a favor de Moreno o de Lasso.
En Pichincha,
Lasso ganó con 52.22% y Moreno tuvo 47.78.
Después, en 2019, llegó Yunda, un correista tapiñado que les gana a todos en rechazo: recibió apenas
el 21.4% del voto quiteño, pero por las trampas electorales hechas por el
correismo, es alcalde de Quito. Dice que no es correista, pero trabajó con ellos
y su candidatura la presentó bajo la bandera del partido de un fiscal que fuera
del correismo, Washington Pesántez.
LA ÚLTIMA DERROTA
Los que dirigían
la campaña de Andrés Arauz, también mandaron a callar a Correa porque con cada
cosa que decía le hacía perder votos. Obedeció, pero al final de la campaña
volvió a abrir la boca para felicitar a Arauz por haber logrado una alianza con
Jaime Vargas, presidente de la Conaie, “algo que ni yo había conseguido”. Lo
dijo con pleno conocimiento de que Vargas dirigió el ataque armado contra Quito,
en octubre 2019.
El 11 de abril
de este año, Guillermo Lasso, ganó la presidencia con el 52,36%, igual a 4’656
426 votos, mientras Arauz solo logró 47,64%, igual a 4’ 236 515 votos.
Pichincha, los
quiteños, le dieron a Lasso el triunfo con una abrumadora votación del 64,65%
(1′030.368 votos válidos), frente al 35,35% (563.514 votos válidos) que tuvo
Arauz (resultados oficiales del CNE). Y lo curioso es que con esta provincia se
alinearon todas las de la Sierra, con excepción de Carchi, y de la Amazonía,
con excepción de Sucumbíos.
CORREA Y SU BOLA DE MENTIRAS
De la derrota,
Correa le culpó a Arauz por asociarse con Vargas, uno de los “dirigentes más
violentos” en las protestas en Quito. Cree que por eso los quiteños lo rechazaron.
Correa siempre justifica
sus actos con una bola de mentiras. No admite, por ejemplo, que en la campaña
pesó mucho que dijera que tenía una lista con los nombres de los periodistas,
jueces, fiscales, medios de comunicación, muchos de ellos quiteños, de los cuales
se vengaría si ganaban la presidencia.
Entonces la
gente recordó sus escenas de odio y juzgamiento que vio durante 10 años en las ‘sabatinas’,
la tarima del insulto y la represión. Varias de las víctimas: personas,
instituciones, fueron quiteños, como los ‘periodistas corruptos’; los jóvenes
yasunidos a los que repetidamente les llamaba ‘ecologistas infantiles’; Jaime
Guevara, el cantautor que dio ‘yuca’ a la comitiva presidencial y Correa,
sintiéndose afectado en su ‘Majestad del Poder’, ordenó lo detuvieran con la
mentira de que era ‘alcohólico y drogadicto’, cuando en realidad es abstemio.
Una Ong que
analizaba los enlaces sabatinos detectó desde 2007 hasta enero 2009, 171
diferentes insultos o términos soeces que Correa los repetía infinidad de
veces.
Tras la derrota,
Correa le ha dicho humildemente a Lasso: “Cuente en la Asamblea con nuestro
bloque de 50 asambleístas para mantener la gobernabilidad y el apoyo en todo lo
que sea beneficioso para el pueblo ecuatoriano”. Dijo, además, que mostrarán su
oposición democráticamente, pero “jamás desestabilizadoramente”.
Un colega respondió
acertadamente: “Quién no le conoce a Correa, que lo compre”.
CUADRO
VOTACIÓN EN
PICHINCHA
%
Barrera
2009 43,14
Barrera
2014 38.00
Moreno 2017 47.78
Yunda 2019 21.4
Arauz 2021 35,35
@MarianaNeiraL