Por Mariana Neira
@MarianaNeiraL
Solo
la presión de los ciudadanos podrá desarmar la estructura de corrupción
correísta que sigue operando en todo el país. Esta presión debe empezar por
elegir a un presidente honesto, sinceramente decidido a erradicar este mal. Será
un proceso largo y difícil porque el gobierno de la ‘revolución’ dejó una
generación adiestrada para el robo al Estado.
Los
corruptos correístas están en todas las instituciones y empresas públicas del
país por las cuales rotan, especialmente los ‘millennials’ que en Quito (sede del
gobierno) adquirieron habilidades para hacer negociados en las compras
públicas. Ahora ellos asesoran a los directivos de esas entidades y/o manejan
directamente los departamentos financieros, legales y de auditoría.
Decidieron
instalarse en las ciudades pequeñas donde muchas instituciones y empresas
públicas están dirigidas por correístas con piel de morenistas que les dan trabajos
con perfil bajo hasta cuando se ‘enfríen’ las auditorías de la Contraloría
concentradas en las grandes ciudades. Las ‘contralorías’ de las ciudades
pequeñas funcionan lento porque les tienen miedo a las autoridades locales denunciadas.
La ciudadanía empuja
Lo
interesante es el comportamiento ciudadano. Harta de la corrupción, la gente hace
denuncias verbales o con documentos, y empuja en busca de un castigo legal. La
bandera de esta lucha la llevan algún medio de comunicación, alguna comisión de
anticorrupción, enfrentados por los correístas corruptos que, al puro estilo de
los maestros de la publicidad, ‘los alvarado’, lanzan insultos, calumnias,
hasta amenazas a través de la redes sociales y/o compran espacios en medios de
comunicación afines para difundir sus ‘éxitos’ con los cuales tratan de tapar
las irregularidades.
Es
una ‘guerra’ local entre corruptos y no corruptos que casi no llega a los oídos
de Quito y Guayaquil.
Eso
lo pudimos ver desde el pico de la pandemia en la provincia de Chimborazo. Hay
denuncias en contra del Prefecto, de los alcaldes de Riobamba, y Guamote, del
gerente de la Empresa Eléctrica, realizadas por la Comisión de Anticorrupción y
el diario La Prensa. El ex alcalde de
Penipe fue sentenciado recién a 8 años de prisión por peculado y los
chimboracenses no pierden la esperanza de que, si no lo hizo este gobierno, el
próximo realizará una limpieza ética. ¡Sueños! Todos tenemos derecho a soñar.
Pasarán
años para que esa limpieza suceda porque la corrupción está muy metida en la
estructura del Estado y en la mente de la generación que maduró bajo el modelo de corrupción construido por sus
líderes, nada más ni nada menos que por el ex presidente de la república Rafael
Correa y el ex vicepresidente Jorge Glas.
¿Y la Placa y los ‘perdones’?
Según
la sentencia del caso ‘Sobornos’, Correa, Glas, más 8 funcionarios condenados
junto a 10 empresarios (coimados y coimadores) deberán colocar en el palacio
presidencial una placa con este texto: “Los
recursos públicos siempre se deberán administrar honradamente y con apego
irrestricto a la ley, la función pública es un servicio a la colectividad, con
sujeción a la ética como principio rector”. También están obligados a expresar
“disculpas públicas en la Plaza de la Independencia de Quito”. Además, a “asistir
y acreditar el cumplimento de capacitación por 300 horas sobre un
curso de ética laica y transparencia en la administración pública”.
Ya
empezó a ejecutarse la sentencia y algunos ecuatorianos se muestran frustrados.
A
Correa y Glas les quitaron su pensión vitalicia por ex presidente y ex
vicepresidente. (Es como quitarle un pelo al cochino).
Cumpliendo
los 8 años de cárcel solo están 3: Glas, Mera, Verduga (Terán y Martínez
cumplen una pena menor). Los 15 restantes, guiados por su líder, fugaron con
anticipación.
Vimos
por televisión la detención del ex secretario jurídico de la presidencia cuando
gobernaba Correa, Alexis Mera (según sus críticos, el mago que convertía lo
ilegal en legal). Le arrestaron en Guayaquil y, supuse, sería trasladado
primero a la Plaza de la Independencia de Quito para que pida “disculpas
públicas” y cuelgue la placa en el palacio de gobierno, pero ¡nada! Le llevaron
directo a la ´pequeña Siberia’ de Ecuador: la cárcel de Latacunga, la ciudad
más fría del país que ahora está marcando grados bajo cero. Parece castigo
divino para los tropicales Glas, Mera. (También para Jacobito Bucaram que está
allí por otra causa). No pueden quejarse porque es la cárcel que la ‘revolución
ciudadana’ construyó para ellos mismo. ¡Cosas del destino!
La frase debe ir a las escuelas
Nadie
dice qué mismo va a pasar con la placa, los perdones y la capacitación que
parecen buenas intenciones lanzadas al aire con un toque de sensacionalismo.
¿Quién
va a leer la frase escrita en la placa colgada en la pared del palacio
presidencial? ¿Quién recordará la petición de perdón, de un minuto, en la Plaza
Grande?
Pero
la frase es una buena intención que el Ministerio
de Educación debería recogerla para que se repita todos los días en las aulas
escolares y se convierta en un compromiso cívico de las nuevas generaciones de
ecuatorianos con mentes sanas que algún día sustituirán a las viejas
generaciones enfermas de corrupción.
¡Devuelvan la plata!
Por
el momento, lo que la gente pide a gritos por las redes sociales, en los medios
audiovisuales, y escribe en las columnas es: ¡devuelvan la plata, ladrones!
Y
hacia allá debemos ir ciudadanos y gobernantes, a recuperar el dinero robado
que está en manos de los corruptos, de sus parientes y amigos, dentro y fuera
del país.
Sin
darle vueltas al asunto, sin mentiras, con decisión, el nuevo gobernante deberá
esforzarse por contratar servicios profesionales para seguir la ruta del dinero
robado y atender esta demanda de los honestos que están cansados de los
‘vivarachos’. Él deberá apoyar las acciones para detener a los fugitivos. También
le corresponderá fortalecer la legislación y las acciones de control para
evitar la corrupción.
Caso
contrario, el pueblo engañado lo juzgará.