PRIMERA
Para
acercarse a Fidel Castro, el presidente de Ecuador, José María Velasco Ibarra buscó
la ayuda de su amigo Manuel Araujo Hidalgo. Posiblemente por su posición
política, los dirigentes del Movimiento Velasquista le habían excluido a él de
su lista de candidatos a legisladores, 1968. Ante esta situación, decidió
lanzarse como independiente, y ganó. En el Congreso, el diputado mantuvo “una
línea revolucionaria muy suya”, según interpretó la prensa. En uno de sus
discursos afirmó que no había otra alternativa que el marxismo-leninismo y
deploraba estar en la Cámara
y no en la guerrilla. De paso defendió tenazmente al Presidente Velasco Ibarra,
quien, según Manuel Araujo hijo: “Le quería mucho a mi padre, porque era
ejemplo de lealtad y gratitud”. El sentimiento era mutuo. Los dos políticos
mantuvieron por siempre una gran amistad, con un matiz de complicidad.
Araujo
Hidalgo estaba en el Congreso, cuando el Presidente Velasco Ibarra le invitó a
ir al Palacio de Gobierno. Este episodio fue narrado en el libro Fidel en el Ecuador, la visita de Fidel a
Guayaquil en 1971, escrito por el catedrático y político socialista, Germán
Rodas Chávez, quien ha tenido una estrecha relación con los cubanos. Para redactar
este texto, le entrevistó al doctor Manuel Araujo Hidalgo, en el 2001. De este
libro, la autora extrajo algunas citas útiles para aclarar este momento histórico.
Araujo
Hidalgo le contó a Rodas que, en noviembre de 1971, Gustavo Cordovez Pareja, Jefe
Civil de la Casa Presidencial ,
le llamó por teléfono para decirle que el Presidente le invitaba a almorzar. “¿Será
acaso que me van a designar con algún cargo?, pensó Araujo”. En la mesa, el
político estaba sentado a la izquierda de Velasco Ibarra. Terminado el
almuerzo, fijándole su penetrante mirada, el mandatario le preguntó:
-
Doctor Araujo, ¿y su amigo Fidel Castro no va a visitar el Ecuador?
-
No Presidente, hay dos motivos por los cuales no podría venir Fidel al Ecuador.
El primero, porque no tenemos relaciones diplomáticas con Cuba, desde 1962, y
el segundo, porque usted no lo ha invitado.
La
pregunta de Velasco les tomó por sorpresa a todos, incluso la respuesta.
Velasco regresó a ver a su derecha y se encontró con los ojos del Ministro de Defensa,
Luis Robles Plaza, a quien le dijo:
-
Ministro, ¿le invitamos a Fidel?
Robles
Plaza apuró un sorbo de su café y guardó silencio. El mandatario, comprendiendo
que había puesto en un atolladero a su Ministro de Defensa, dirigió igual
pregunta al vicealmirante Cruz Polanco, sentado frente al mandatario
ecuatoriano. Tajantemente, él respondió:
-Invítele
Presidente.
La
firmeza de la respuesta del vicealmirante le proporcionó agallas a Robles Plaza,
quien dijo:
-Sí,
hay que invitarlo.
Cuando
todos se retiraron de la reunión, Velasco Ibarra le pidió a Araujo Hidalgo que
se quedara. Estando los dos solos, el Presidente le preguntó:
-
¿Puede usted comunicarse con Castro?
-
Sí Presidente.
-
Pues dígale que le invito a Quito.
Manuel
Araujo hijo confirmó esta versión de Germán Rodas a la autora que le planteó
esta inquietud:
-
¿El doctor Velasco le buscó a Fidel o Fidel a Velasco?
-Fue
mutuo, porque mucho antes, el Comandante (Fidel Castro) le había expresado su
admiración al doctor Velasco Ibarra, por el hecho de 1961 (anuncio de la
invasión estadounidense a Playa Girón), acto de extrema solidaridad con el
gobierno de Fidel.
Además,
el Fidel revolucionario de los sesenta, en los setenta sentía el peso del
aislamiento y quería un acercamiento a los países latinoamericanos, restablecer
las relaciones diplomáticas rotas. La oportunidad le abrió Chile que había
elegido al Presidente socialista, Salvador Allende, quien le invitó al líder
cubano a visitar su país. Curiosamente, Velasco Ibarra que no era socialista,
ni comunista, también quería darle la mano a Fidel Castro.
Rodas
contó en su libro lo que sucedió al siguiente día del almuerzo con el Presidente
Velasco Ibarra:
“Araujo Hidalgo preparó y envió un texto,
cifrado… a la Embajada
de Cuba en Santiago de Chile, en cuya ciudad Fidel Castro se hallaba en visita
oficial al Presidente Allende. En el telegrama enviado a Chile, Araujo
transmitió la invitación de Velasco Ibarra para que Fidel y su delegación
visitaran la ciudad de Quito”.
Dos
días después, la Embajada
de Cuba, en Chile, le envió a Araujo Hidalgo la aceptación a la invitación,
pidiéndole:
“Sírvase tramitar ante su gobierno visa a
favor de un funcionario cubano que viajará desde Santiago a Quito para
conversar sobre la invitación”.
La
gestión se hizo de inmediato:
“Con el telegrama de respuesta en la mano,
Araujo Hidalgo se dirigió a la Casa Presidencial , a fin de explicarle al
mandatario el requerimiento de la visa al funcionario cubano. Velasco Ibarra,
entonces, telefoneó al Canciller de su gobierno, el Dr. Rafael García Velasco,
para que este dispusiese al embajador del Ecuador en Chile (Alfredo Correa
Escobar) la emisión urgente de la visa… el diplomático desatendió tal pedido….
Un nuevo télex de la embajada cubana en Chile llegó a manos de Araujo,
informándole sobre la actitud del embajador ecuatoriano, queja que fue
trasladada por el mismo Araujo Hidalgo al doctor Velasco Ibarra”.
¿Cómo
se doblegó la resistencia del diplomático? Rodas relató en su libro:
“El Presidente le llamó al Canciller por
teléfono diciéndole: ‘Dígale al embajador en Chile que es una orden mía. Si no
la quiere cumplir que presente inmediatamente la renuncia a su cargo”.
Y
la visa le fue concedida, de inmediato, a Jorge Luis Joa Campos. En su
curriculum consta que él fue miembro de la Dirección General
de Inteligencia de Cuba. Manuel Araujo Hidalgo le recibió al funcionario cubano,
en el aeropuerto, y juntos se dirigieron al Palacio de Gobierno, donde les
esperaba Velasco Ibarra. Solos, los tres, Joa Campos le dijo al mandatario
ecuatoriano:
“Presidente, traigo un mensaje concreto
del Comandante Fidel Castro. Primero, el agradecimiento por la gentil
invitación suya para que visite Quito, y en segundo lugar, el pedido expreso
para que su encuentro con el Comandante se produzca en otra ciudad, debido a
las dificultades que entraña el aterrizar en Quito”.
Velasco
Ibarra aceptó el pedido:
“Comprendo, señor, dígale que venga a Guayaquil”.
Y
comenzaron los preparativos. El gobierno ecuatoriano formó una comisión organizadora
del encuentro. La integraron los ministros de Gobierno, Jaime Nebot
Velasco; de Defensa, Luis Robles Plaza;
y de Relaciones Exteriores, Rafael García Velasco. Manuel Araujo Hidalgo era el
nexo. Con Joa Campos auscultaron el criterio de las Fuerzas Armadas del Ecuador
que se comprometieron a dar todas las seguridades para el encuentro. La prensa
nacional empezó a hablar del asunto, recién el 2 de diciembre, diciendo que se
trataba de “una escala técnica”. El
Comercio y El Universo se
limitaron a la simple información, mientras El
Telégrafo manifestaba “prejuicios ideológicos” y publicaba “las mentiras
más burdas”, según escribió Rodas.
El
avión con Fidel Castro y su comitiva aterrizó en la base militar de Guayaquil,
el 4 de diciembre de 1971, a
las 6 y 25 de la tarde. Era la primera vez que el líder de la revolución cubana
pisaba suelo ecuatoriano. Sus simpatizantes le esperaban en el aeropuerto, con
banderas cubanas en la mano, gritando: “¡Cuba sí, yanquis no!”.
Los
cronistas le acribillaron con preguntas al visitante, quien no dudó en criticar
el desorden de los periodistas. Luego expuso sus ideas políticas. A un
periodista que se autoproclamó “revolucionario”, le cortó el discurso. A otro
que le cuestionó por el presunto abandono al ‘Che’ Guevara, mientras peleaba en
la selva boliviana, le preguntó: “¿A qué agencia perteneces?” Según la prensa
de la época, fueron cuarenta minutos de caos, tres vasos de agua y una brusca despedida
del Comandante. Se dirigió al comedor, para asistir a la cena oficial ofrecida
por el Presidente Velasco Ibarra.
En
un diálogo con la autora, Rodas dijo sobre el incidente de Fidel Castro con la
prensa:
“Fueron preguntas manipuladas por grupos anticastristas.
Uno de los periodistas, que pertenecía al diario El Telégrafo de aquella época, le enfrentó (a Castro) con una serie
de preguntas como: ¿cuántas personas se fusilan en Cuba? Tipos de cosas así, que
demuestran la connotación ideológica. Fidel respondió en la forma que él suele
hacerlo. Fueron mucho más ponderados periódicos como El Universo, El Comercio,
que reseñaron la noticia”.
-
Sin embargo, el asunto de los fusilamientos era conocido, especialmente después
de los sucesos de Playa Girón, por los relatos que hizo la ‘prensa amarilla’. Y
Velasco lo mencionó y justificó durante su discurso en la cena, en Guayaquil -le
digo a Rodas.
-Pienso
que esta es una de las revoluciones más especiales. Los procesos
revolucionarios, las confrontaciones, la lucha armada, la lucha popular y
social, evidentemente, enfrentan a pueblos en su acción. Y cuando es por la vía
de las armas, pues, evidentemente, sabemos a lo que se van o a lo que vamos las
gentes en un proceso de esta naturaleza. Pero yo creo que después de Playa
Girón, no hubo fusilados porque como los estaban esperando y como fue fácil
dominarles, lo que hubo es un número importante de presos y de arrepentidos
posteriormente. Y creo que una de las virtudes de Castro, más bien, fue su
mensaje permanente a la gente, en Sierra Maestra, señalando que nunca hay que
abusar del enemigo que se rinde. Lo que sí hubo, claro, fueron acciones y
juicios populares a la gente que había asesinado a mansalva, por orden de
Batista. Más bien allí hubo acciones de esa naturaleza. Pero claro, también la
información de la realidad histórica, es parte del combate ideológico.
Después
de la agria rueda de prensa, Castro y Velasco Ibarra se reunieron por 15
minutos en el casino de oficiales. En la conversación privada solo estuvo presente
el Canciller Rafael García Velasco. Sobre este diálogo Rodas escribió: “Se dice
que Castro le agradeció el mensaje de 1961 y programaron reiniciar relaciones
de manera inmediata, en el año 72. No se dio por el golpe militar de febrero
del 72” .
El
Presidente José María Velasco Ibarra y el Comandante Fidel Castro, pasaron a la
cena preparada en la misma base militar. Estuvieron presente ministros de
Estado, comandantes de las tres ramas de las Fuerzas Armadas y de la Policía , e invitados:
dirigentes de los partidos Comunista y
Socialista, de los campesinos, obreros y estudiantes.
La
informalidad de Fidel, propia de los caribeños, narró Rodas, contrastaba con la
formalidad de Velasco, a quien le puso la mano en el hombro y le sorprendió con
comentarios y bromas.
Lo
que sucedió en esa cena lo narró el encargado del protocolo en el gobierno
velasquista, embajador Gustavo Cordovez Pareja, en su libro 40 años cerca de Carondelet:
“Conversando con el Ministro de Recursos
Naturales, doctor Vicente Burneo Burneo (Fidel) le dijo: ‘Y tú chico, ¿cuándo
me vendes petróleo?, a lo que le contestó Vicente: Cuando tú tengas dólares”.
Por
esa fecha Ecuador recién empezaba a mostrar sus voluminosas reservas de crudo,
aún no exportaba.
Cordovez
describió:
“El doctor Velasco Ibarra estuvo muy
entusiasmado con el Comandante Castro, le pedía que le cuente sobre la
revolución en Cuba, le insistía en esto, hasta que un momento, el Comandante
Castro, seguramente cansado y con los vinos que había tomado, le dice: Si le gusta
tanto la Revolución
Cubana , ¿por qué no la hace en el Ecuador?, a lo que el
doctor Velasco Ibarra le respondió: Porque el Ecuador no es Cuba, ni Chile es la Unión Soviética ”.
A
Fidel Castro le gustó la comida que se sirvió y le dijo al Presidente Velasco
Ibarra:
“Excelencia, con tan buena comida que ha
tenido el Ecuador, ¿por qué es usted tan flaco? El doctor Velasco Ibarra solo
le vio y se sonrió”.
Cordovez
agregó detalles:
“En esa época… el Comandante Fidel Castro
era más joven y me da la impresión que tenía más resistencia… en la Base Aérea , cuando tuvo
la reunión privada con el Presidente y el Canciller, se les sirvió una botella
de whisky, la que salió vacía. El doctor Velasco Ibarra no tomaba, tampoco el
Canciller. En la mesa, Fidel Castro se tomó el vino de él y el del doctor
García Velasco diciéndole: Como tú chico no tomas el vino, me lo tomo yo. Pero
en ningún momento se pudo decir que estuvo mareado o embriagado”.
Al
final de la cena, el Presidente Velasco Ibarra dio un discurso ‘revolucionario’,
sorpresivo para la época de la
Guerra Fría. Lo podemos ver en estos párrafos extraídos de
los libros de Rodas y Cordovez.
Con
elogios a Fidel Castro, Velasco Ibarra justificó su revolución diciendo:
“Para mi ha sido un honor y una satisfacción
el venir a Guayaquil a saludar a usted, a su paso hacia La Habana. En mi concepto,
usted es un hombre que ha comprendido muy a fondo la hora actual de la
humanidad y que se ha consagrado a ella con valor, con constancia, con
sacrificio, con esfuerzo, viviendo peligrosamente. Por todo ello aprecio su
personalidad”.
Luego,
Velasco Ibarra pasó a opinar sobre el proceso revolucionario cubano:
“Sé muy bien las objeciones que pueden
decirse contra usted. Sé muy bien que, hablando de usted, se habla del gran
tirano de Cuba que tiene oprimido a su pueblo. Pero esta manera de aislar los
problemas me parece poco honrada y superficial. Es una manera de juzgar
pasional, sectaria y superficialmente. En Cuba se fusilaron hombres en el año
de 1959 y después de 1959. Lo justo sería averiguar cuáles fueron los
antecedentes de esos fusilamientos que se le imputan a usted. ¿Acaso Cuba no
fue víctima de una tiranía que mató, fusiló y asesinó a más de veinte mil
hombres? Yo no voy a justificar fusilamientos de ninguna especie pero lo que sí
digo es que la historia debe ser explicada y hay que saber entender los
acontecimientos”.
Continuó
el Presidente ecuatoriano:
“Para mí, la Revolución Francesa
fue una gran revolución. No fue la revolución burguesa de la que se habla. El
contenido de la
Revolución Francesa es profundamente contemporáneo. Todos los
planteamientos de la revolución socialista y aún comunista, contemporánea,
están contenidos en los documentos de la Revolución Francesa.
El primer aspecto que produjo fue la declaración de los derechos del hombre y
del ciudadano, las libertades cívicas, la democracia representativa. Yo
pregunto: ¿No tuvo la
Revolución Francesa que fusilar? ¿Qué hubiera pasado si la Revolución Francesa
no fusilaba?”
Y
siguió Velasco Ibarra:
“¿Habrá quien en América del Sur se atreva
a levantar juicios sobre el Libertador Simón Bolívar? Y Bolívar, ¿no tuvo acaso
que fusilar? No justifico matanzas ni fusilamientos, pero sostengo que la
historia debe ser explicada. Usted señor, tuvo que fusilar. En estas
revoluciones socialistas contemporáneas en que hay pasiones tan feroces, con
esas oligarquías apoyadas por el extranjero, ¿qué podría hacerse sino poner
orden? No justifico fusilamientos, pero comprendo sociológicamente el momento en
que usted actuó. Y si esto me cuesta críticas, acepto las críticas y todo lo
que me venga encima”.
Después,
el mandatario ecuatoriano reveló su admiración por Fidel:
“Yo dije que venía a saludar a un valiente
cuyos métodos no siempre comparto, porque uno es el Ecuador y otro es Cuba; uno
es Chile y otro es Cuba; uno es el Perú y otro es Bolivia. Cuando supe que
usted tenía que hacer un aterrizaje técnico, quise venir a saludarle, a
estrechar su mano como a un luchador de tantos y tantos años, luchador apoyado
por su pueblo, porque si no tuviera el apoyo de su pueblo, ¿cómo hubiera
gobernado usted cuántos años?”.
No
faltó en el discurso de Velasco Ibarra una crítica al aislamiento a Cuba:
“Mi presencia aquí se va a interpretar
como que inmediatamente pretendo establecer relaciones con Cuba. Eso de las
relaciones es asunto que lo estudiaremos, que lo pensaremos. Pero distinto de
esto es que exista o no la Carta
de la OEA. ¿Se
respeta o no se respeta esa Carta? ¿Es o no es una norma para buscar la paz o
es que se quiere la guerra de todos contra todos? ¿Qué derecho había para
expulsar a Cuba de la OEA ?
¿No está garantizado expresamente, en la letra de la Ley la facultad de cada Estado
de darse la forma política, económica, social?…”
Le
tocó el turno de hablar a Fidel Castro y en reciprocidad, empezó con un elogio
a Velasco Ibarra:
“El Presidente nos ha hablado de hombres
valientes y nosotros debemos decir que el gesto del Gobierno del Ecuador y
especialmente el gesto del Presidente de recibirnos aquí en Guayaquil,
trasladándose desde la capital, no solo ha sido un gesto honorable, un gesto
caballeroso, un gesto amistoso, sino y sobre todo un gesto valiente. Son pocos
los gobiernos de este continente que se atreven a tales gestos, como también se
ha tenido otros gestos en la política exterior y que han distinguido al
Ecuador, política que marcha hacia la consolidación de su soberanía
internacional”.
Fidel
Castro pasó a interpretar la razón del aislamiento de su país:
“De Cuba se han dicho muchas cosas, entre
otras, el famoso problema de las intervenciones. A nosotros nos expulsaron del
seno de la OEA
sencillamente porque consideraron que el Marxismo-Leninismo era incompatible
con la democracia de este continente. No fue la cuestión de las supuestas
intervenciones”.
Luego,
Fidel Castro recordó lo que hicieron los patriotas para lograr la
independencia:
“El Presidente (Velasco) recordaba algunos
antecedentes de la lucha por la independencia. Recordaba las luchas de Bolívar.
Mientras él hablaba, nosotros recordábamos aquel famoso decreto de guerra
muerte, de guerra total, que llegaba tan lejos como para decir: españoles contad con la muerte. Venezolanos contáis con
la vida aunque seáis culpables. En aquella lucha dura, a muerte, por la
independencia, los próceres llegaron mucho más lejos: llegaron prácticamente a
sancionar la nacionalidad; era una lucha a muerte”.
El
discurso de José María Velasco Ibarra levantó polvareda. En un momento que la
isla estaba aislada por los Estados Unidos y casi toda América, elogiaba sin
reparos a la revolución cubana y a su líder. Según el historiador Juan Paz y
Miño, las palabras del Presidente ecuatoriano respondieron a su personalidad: “Era
un intelectual, además de político. Entendía al hombre desde la perspectiva de
la filosofía. En la mentalidad filosófico-política de Velasco Ibarra, Fidel era
un ejemplo de lo que debía hacer un revolucionario auténtico y de lo que debía
hacer una revolución auténtica en América Latina. Siempre admiró, hasta su
muerte, a Cuba, particularmente, a Fidel Castro”.
-
En el discurso se ve que incluso justificó los fusilamientos en Cuba –le digo a
Paz y Miño.
-
No justificó, explicó. Velasco Ibarra vio que en el proceso revolucionario en
Cuba, hubo fusilamientos, no se puede negar, pero Velasco Ibarra entendió que
eso era parte de un proceso revolucionario. Sucedió en la Guerra de la Independencia , en la Revolución Liberal.
SEGUNDA
Después
de que el presidente León Febres Cordero visitara Cuba, muchos políticos
ecuatorianos fueron al país caribeño por gestión del embajador Araujo Hidalgo. Su
hijo Manuel citó a algunos: “Estuvieron allá dirigentes sindicales como José
Chávez, Edgar Ponce, Fausto Dután, Nina Pacari, León Roldós que fue a hacerle
atender a su madre con médicos cubanos y tuvo un trato preferencial”. La lista
de los visitantes de izquierda, centro izquierda y hasta de derecha, es larga.
Varios se convirtieron luego en personajes nacionales.
Al
siguiente día de que el Tribunal Supremo Electoral proclamara al doctor Rodrigo
Borja y al ingeniero Luis Parodi, Presidente y Vicepresidente de la República , respectivamente,
el nuevo mandatario ecuatoriano envió una invitación a su posesión, a los jefes
de Estado de varios países, entre ellos a los comandantes Fidel Castro, de
Cuba, y Daniel Ortega, de Nicaragua.
-
¿Doctor Borja, le reclamaron los norteamericanos por haberle invitado a Fidel
Castro a su posesión?
-
No. En lo absoluto. Además no habrían tenido derecho alguno para hacerlo.
Invité a Fidel porque me pareció absurdo e inconveniente para la política
latinoamericana, mantenerlo en el
completo aislamiento. Fíjese que la última invitación que él había recibido fue
la de Salvador Allende, en los tempranos años setenta. Después de mi invitación
vinieron muchas y hoy ya nadie se alarma de verlo en los cónclaves democráticos
de nuestra América. Creo sinceramente que esa relación con gobernantes
latinoamericanos de diversas tendencias ideológicas, ha sido muy útil en el
proceso de apertura cubano.
La
invitación le entusiasmó mucho a Fidel Castro. Lo dijo a la revista Vistazo: “Es la primera vez que me
invitan con tanto interés y calor. No es que no nos inviten, es que no estaban
dadas todavía las condiciones para que fuera posible. Hemos vivido años
difíciles”.
Manuel
Araujo Hidalgo que dejaba la embajada ecuatoriana en La Habana , regresó a Quito con
Fidel Castro. A recibirle al líder cubano estuvieron en el aeropuerto, altos
funcionarios del gobierno y sus grandes amigos. Allí se encontró Febres Cordero
con Guayasamín cuya presencia pareció molestarle al ingeniero (eran rivales ideológicos,
el primero de derecha y el segundo de izquierda). Nunca se hablaron los dos y
para Castro resultó incómoda la situación. Los testigos dicen que el abrazo efusivo
de Fidel, fue para Guayasamín, a Febres Cordero solo le dio la mano. Gustavo
Cordovez Pareja, el jefe de protocolo, entonces, relató este episodio en su
libro:
“Fidel Castro estuvo bastante relajado. Me
comentó que había preferido quedarse en la Embajada de Cuba, pues tenía invitaciones para
alojarse, del Presidente Febres Cordero, del Presidente Borja, de Guayasamín y
de otros. Así es que, quedándose en su Embajada, no resintió a nadie. Me agregó
que había hecho una muy buena amistad con León”.
Fidel
Castro se convirtió en la ‘estrella’ de la fiesta, de principio a fin. Era la
primera vez muchos quiteños le veían al hombre de barba abultada que provocaba
sentimientos encontrados en Ecuador y decían: “¡Qué altote que ha sido!” Muchos
querían acercarse, tocarle, hablarle. Hubo banderas, gritos a su favor y ningún
anticastrista de los años sesenta en escena.
A
la posesión de Borja asistieron: el sandinista Daniel Ortega, Presidente de
Nicaragua; Oscar Arias, premio Nobel de la Paz y Presidente de Costa Rica; los presidentes
de Portugal, Argentina, Colombia, Venezuela, y otros invitados especiales. Fidel
Castro aprovechó la ocasión para dialogar con algunos de ellos.
En
un receso, Fidel Castro sorprendió a la administración del hotel preguntando
cuántos empleados tiene, cómo hacen la limpieza, asuntos de finanzas. Le
ofrecieron café y dijo que en Cuba, el café va acompañado de un cigarro, pero
él ya dejó de fumar. La prensa internacional informó que por haber abandonado a
su habano, el Consejo Mundial de la
Salud le entregó en 1995, una medalla al mérito, que el líder
cubano la exhibía en los actos públicos. Le pasaron una taza de té y cuando un
ecuatoriano comentó que Cuba goza de fama de tener mujeres hermosas, Castro le
dijo: “¡Óyeme chico! Las chicas de aquí también son guapas”.
Mientras
tanto, Borja recibía una llamada del jefe de la delegación de Estados Unidos,
el secretario de Estado George Schultz. Lo que hablaron fue revelado por el ex
Presidente:
“Me planteó que lo lamentaba mucho, pero él
no podría estar mañana (10 de agosto de 1988) en el acto de posesión en el
Congreso, porque sabe que allí hay un mural ofensivo contra su país. Es el
mural pintado por Oswaldo Guayasamín, en el que aparece un casco nazi, con las
siglas de la Central
de Inteligencia, CIA. Esto le había molestado terriblemente al señor Shultz. Yo
le dije: ‘Bueno, yo respeto su opinión, señor Shultz, pero le hago notar que si
usted, por esta razón, no asiste mañana al acto, el mural de Guayasamín será
famoso en el mundo entero. Nos despedimos cordialmente y al siguiente día veía
yo, desde la tribuna, al señor Shultz en la primera fila. Enmendó su decisión
de no asistir”.
La
tarde del 10 de agosto, Fidel Castro fue a conocer la Fundación Guayasamín.
Berenice Guayasamín rememoró ese momento:
“Nosotros habíamos invitado a muy pocas
personas, pero como la voz corre y ante la idea de conocerle personalmente, de
tener algún contacto con Fidel, realmente se nos fue de las manos. Había mucha
gente en la Fundación
y no podíamos negarles la entrada por ser amigos de muchos años. Lo que hicimos
fue pedirles que esperen en los jardines. Para que Fidel pueda visitar los
museos, tuvimos que cerrar las puertas. Él estaba muy contento de conocer un
poco más a fondo la cultura ecuatoriana, aunque tenía muchísimo conocimiento
ya. Hicimos un recorrido por el museo de piezas arqueológicas, luego por el de arte
colonial y, finalmente, por la obra de Guayasamín. Al salir, era tal la
muchedumbre que tuvimos que sacarlo casi a escondidas. Y aquí hay una anécdota
lindísima: mi padre había llegado a la Fundación en su carro que estaba parqueado al
filo del museo. Al ver a la muchedumbre, resolvimos que los dos (Fidel y el
maestro) se embarcaran en ese carro, para ir a la casa de mi padre, que está
más arriba de la
Fundación. Subieron , cerraron las puertas, y como no había un
chofer, yo me senté al volante. Iba conduciendo y le decía: ‘Comandante, este
barrio antiguamente era un pueblito, ahora es parte de la ciudad…’ Y Fidel me
dijo: ‘Oye chica, tú maneja por favor, no me converses”.
Cerca
de la Fundación Guayasamín
estaba la residencia de Rodrigo Borja. Terminada la visita al pintor, Fidel resolvió
verle al flamante Presidente. Borja hacía la siesta, de pronto, la empleada
entró asustada a su dormitorio, para decirle que Fidel Castro estaba allí, en
su departamento. Borja le pidió que le hiciera pasar. Al bajar, le presentó a
su esposa, Carmen Calisto, a sus hijos. El ex Presidente relató lo que sucedió
después:
“Nos quedamos conversando desde las dos y
treinta hasta cuarto para las seis, porque Fidel es un conversador inagotable,
sabe todos los temas posibles. Es de lo más agradable, pero además, tiene una
característica. De los grandes líderes políticos que yo he conocido, es uno de
los pocos que presta atención a su interlocutor. Es un curioso, pregunta todo,
quiere saber con precisión todo. Lo
normal de los líderes políticos es que se escuchen así mismos, el caso
de Fidel es excepcional, escucha a la persona que está hablando con él, incluso
después de varias semanas, meses y hasta años, él recuerda cosas de esa
conversación”.
Al
siguiente día, 11 de agosto, la señora de Borja le preguntó a su esposo:
-¿Qué
crees que te trajo de regalo Fidel?
-No
tengo idea.
-Un
cargamento de helados de coco.
-No
puede ser.
Ese
día había un almuerzo que ofrecía el Canciller Diego Cordovez, a Fidel Castro y
todas las delegaciones que asistieron al cambio de mando. Borja se acercó a
Fidel y le dijo:
-Te
agradezco mucho por los helados de coco, yo soy un campeón.
-Qué
me vas a decir chico, si hace años que te invité a cenar, te robaste el helado
de tu vecino.
Fidel
Castro recordaba lo sucedido en la cena de 1985, en La Habana.
En
la noche, después de la posesión de Rodrigo Borja, los invitados cumplieron
actos informales. Varios fueron a la casa de Guayasamín y su hija Berenice relató
otra anécdota:
“Mi padre había inaugurado en esos días su
nueva casa y quería recibir a los presidentes que vinieron para la transmisión
del mando. Fue una reunión increíble. Llegaron: Danielle Mitterrand (esposa del
Presidente de Francia, el socialista Francois Mitterand), Fidel, Daniel Ortega,
etc. Conversábamos en una salita. El Comandante estaba sentado en un sillón, al
lado de la señora Mitterand. En medio del diálogo, vimos que Fidel puso una
mano en la pierna de la señora Mitterand. Le daba unas palmaditas y nosotros no
sabíamos qué decir. Fue una acción absolutamente natural, espontánea, de
amigos. La señora se quedó tranquila, como si nada hubiese sucedido, y siguió
la conversación”.
En
algún momento Berenice Guayasamín le vio a Fidel Castro parado en la terraza de
la casa de su padre. Estaba impresionado con las montañas. Viendo el Pichincha preguntó
cómo fue la Batalla
de Pichincha, si bajaba agua del Pichincha, cuántos litros, cuántos kilovatios
generaban. “Yo estaba sorprendida, preguntaba de todo y de todo sabía: de
agricultura, genética, de vacas, del azúcar, de computadoras, de tecnología”.
Sobre
esa visita, Manuel Araujo hijo contó: “El Comandante nunca se imaginó que Quito
era así. Se admiraba de que los carros subieran las montañas. En las madrugadas
le hicieron visitar el centro histórico, las iglesias. Estaba impresionado”.
La
revolución cubana ha influido tanto en Ecuador, que muchos padres de familia le
pusieron el nombre de Fidel o Fidela a sus hijos. Fidel Rojas es producto de esa
simpatía. El niño (de ocho años) sabía de memoria el día del cumpleaños de su
“santo patrón” (Fidel Castro). Cuando anunciaron su llegada a Quito, le pidió a
su madre que le llevara a comprar un regalo para darle a su ‘tocayo’, porque el
13 de agosto cumplía años. La víspera, el 12, el pequeño Fidel Rojas llegó a la Fundación Guayasamín ,
con el regalo: un pájaro tallado en balsa. Acercado por su madre a Fidel Castro,
al niño le impresionó su gorra. Le dijo: “Toma tu regalo de cumpleaños, pero
dame tu gorra”. El Comandante le respondió: “No te la puedo dar chico”. El pequeño
insistió: “Si no me das tu gorra, no te doy tu regalo”. El líder cubano sonrió
y le ofreció: “No te la puedo dar en este momento, pero te prometo que al irme
te la dejo”. Así lo hizo. Castro usó la gorra durante todos los actos oficiales
y al irse dejó la gorra en la
Embajada , para que la entregaran a su ‘tocayo’ Fidel Rojas,
ahora abogado. Guarda la prenda como una reliquia.
Por
este episodio los Guayasamín se enteraron del cumpleaños de Fidel. Berenice Guayasamín
contó los detalles de la fiesta: “Cuando mi padre se enteró que el Comandante
estaba de cumpleaños (62 años), le organizó una fiesta gigantesca, obviamente,
con la ayuda de la gente de la Embajada. Estaba de embajador, Carlos Zamora. Los
preparativos lo hicimos con su mujer, Maura. Se le comunicó al Comandante y
dijo que asistiría a la fiesta, la noche del 12 de agosto”.
Antes,
el personal de seguridad, que acompañaba a Castro, revisó toda la casa. Saskia
Guayasamín, esposa de Alfredo Vera, dijo, a propósito: “Cuando Fidel viaja, debe
estar acompañado de por lo menos unos diez hombres de seguridad. Les llamamos
‘roperos’, porque son grandotes y fuertes. La seguridad es importante para él, han
intentado asesinarle unas seiscientas veces”.
Este
dato fue confirmado por la televisión cubana, en marzo del 2010. En un
documental contaba que Castro había escapado de seiscientos treinta y ocho intentos
de asesinato, planificados por los grupos de inteligencia de Estados Unidos. Habrían
usado –entre otros elementos mortíferos- puros envenenados; granadas
disfrazadas de pelotas de béisbol; un batido de chocolate con cianuro, en la
cafetería del hotel Habana Hilton; sales de talio para que se le cayera la
barba; cámaras de televisión con fusiles camuflados; dosis de LSD para
enloquecerlo; un traje de buzo impregnado con bacterias del bacilo de la
tuberculosis; etc.
Volvamos
a la fiesta de cumpleaños. Berenice Guayasamín reveló que “todo el mundo quería
asistir. Había unas 500 personas en la casa”.
A
las doce en punto de la noche, Fidel Castro entró a la Fundación. Le recibieron con una calle de honor y
le cantaron Las mañanitas. El Comandante
apagó las sesenta y dos velas colocadas en una enorme torta de chocolate. Le
hicieron de ese sabor, según Berenice Guayasamín, porque se enteraron que le
gustaba el pastel de chocolate.
Cuando
el líder cubano empezó a hablar, se hizo un silencio sepulcral. Agradeció el
homenaje y hubo hasta lágrimas de emoción, relató la prensa.
Fidel
Castro no viajaba con un cocinero propio, como hacen algunos mandatarios. El
menú del cumpleaños, preparado por los Guayasamín, incluía cebiche. A propósito,
Saskia Guayasamín recordó: “Le hicimos el cebiche y yo, ingenua, para el Comandante
preparé un plato con los camarones más bonitos y le dije al guardia: ‘Este
cebiche es para el Comandante’. Me fui a la salita. Al regresar, ya no encontré
el cebiche y le vi a Fidel comiendo de los platos que habíamos preparado para
el resto de invitados”.
Gustavo
Cordovez Pareja explicó lo que sucedió: “El Comandante Fidel Castro me invitó a
comer en la casa de Oswaldo Guayasamín, con ocasión de su cumpleaños número sesenta
y dos. La casa estaba llena de amigos de todos los sectores políticos del país.
Uno de la seguridad personal de Fidel Castro, le tenía guardada en un
refrigerador la comida, pues me dijo que el Comandante Castro no comía nada si no
le servía él. Cuando veo llegar a un diplomático ecuatoriano, acreditado
seguramente en La Habana. Se
dirigió al refrigerador, sacó un cebiche y se lo comió. Más tarde, cuando el Comandante
Fidel Castro pasó a la mesa con algunos amigos, el de la seguridad fue a buscar
el cebiche y ¡oh sorpresa!, no había. Se puso muy nervioso, pero Fidel Castro
se dio cuenta del asunto y se sirvió tranquilamente un cebiche de la fuente
preparada para todos los demás… En el aeropuerto, al despedirse el Comandante
Castro, le pregunté si no le había hecho mal el cebiche y me respondió: ‘No
chico, qué va’, agregándome que él sabía en la casa que estaba, para comer
tranquilamente, y que si el dueño de casa se sirvió, por qué no él también”.
A
partir de esta visita a Ecuador, al líder cubano le encantó el cebiche
ecuatoriano. Saskia contó lo que sucedió una vez que estaban en Cuba: “Mi papi
le invitó a almorzar a Fidel y le dijo que le íbamos a hacer comida
ecuatoriana. Le hicimos cazuela de pescado, que le gustó mucho. Yo le hice
cebiche de camarón y le encantó. Me preguntó todos los detalles sobre la
preparación. Me parece que una vez, Fidel se interesó por prepararlo en Cuba, porque
llamaban a cada rato a la
Embajada y de la
Embajada me llamaban a mí para preguntarme cómo va picada la
cebolla, a qué hora se pone el limón, cómo va el tomate, a qué hora se cocina
el camarón. Fidel tiene un cocinero, pero él le ayuda. Le encanta preparar la
langosta, los camarones y otros productos del mar”.
Patricia
Madriñán, esposa de Pablo Guayasamín, observó que Fidel comía poco y tomaba
poco vino. A propósito, Berenice Guayasamín agregó: “Cuando hemos estado en La Habana , le he visto tomarse
unos mojitos, ron, y sé que le gusta mucho el brandy, pero no me consta. Nunca
en mi vida he visto que tome en exceso. Toma uno o dos tragos, en toda una larga
jornada”.
Luego
de la cena de cumpleaños, hubo cantos y bailes. Le pregunté a Berenice si el
homenajeado bailó y ella contestó: “En las veces que hemos estado juntos, no le
hemos visto a Fidel cantar, ni bailar”.
El
13 de agosto, Fidel Castro se fue a CIESPAL (Centro Internacional de Estudios
Superiores de Periodismo para América Latina), donde dio una conferencia a los
jóvenes. Salió y se trasladó a la casa del embajador de Cuba, Carlos Zamora,
frente al Colegio Benalcázar. Allí se reunió con el Presidente Rodrigo Borja,
quien relató lo que sucedió:
-
Fui a almorzar y estaban tres o cuatro amigos más de él, cubanos. Unas quince
personas en total.
-
¿De qué hablaron en ese almuerzo?
-
Bueno, yo he tratado todos los temas humanos y divinos con Fidel, porque él es un
generador de ideas, de interrogantes, sabe de todos los temas…
-
Pero usted, entonces, ya era el Presidente de la República del Ecuador. ¿Fidel
no le pidió alguna cosa especial para su país?
-
No, es de una delicadeza suma, de una enorme delicadeza.
De
regreso a La Habana ,
Fidel Castro hizo escala en Guayaquil, para visitarle en El Cortijo a su amigo
León Febres Cordero.
TERCERA
…Por
invitación de Fidel Castro, Gustavo Noboa viajó a Cuba el 12 de noviembre 2002,
acompañado de su esposa María Isabel Baquerizo, el Canciller Heinz Moeller, los
ministros de Educación, Salud, Vivienda, Turismo, Ambiente, el Secretario
General de Información y una delegación de empresarios.
…
El Presidente Gustavo Noboa llegó a la isla caribeña con el encargo de la
familia Guayasamín, de invitarle a Fidel Castro a la inauguración de ‘La Capilla del Hombre’.
Berenice Guayasamín explicó: “La
Fundación tuvo que pedirle al Presidente Noboa que le hiciera
la invitación al Comandante, porque siendo un jefe de Estado, no puede ir a
otro país por una invitación personal”.
Para
este evento, Fidel Castro había preparado una sorpresa para la familia
Guayasamín que la contó Berenice:
“Desde Cuba nos anticiparon que iba a
llegar un grupo de artistas, que tengamos brochas, pinturas y pinceles
disponibles. No sabíamos qué iban a hacer. ¡Oh sorpresa! El día anterior al
evento llegó un avión con treinta artistas cubanos, con un boceto sobre el tema
que iban a pintar. Trabajaron toda la noche y toda la mañana del día siguiente,
cuando llegó Fidel en otro avión. La gran pancarta en homenaje a ‘La Capilla del Hombre’ y a
Guayasamín, nos la donaron el 28 de noviembre 2002, durante la inauguración”.
Hugo
Chávez, el Presidente venezolano, no estaba en la lista de invitados, sin
embargo, “cayó de sorpresa, no lo esperábamos”, agregó la hija del pintor.
…
Durante su visita a Quito, los comandantes de Cuba y Venezuela recibieron un
homenaje del Cabildo. Fidel Castro dio un discurso resumido por Notimex: “Sólo la educación en valores
éticos salvará a la humanidad”, dijo, y vinculó esa idea con la religión: “El
Nuevo Testamento contiene una propuesta ética para su tiempo, que fue construida
a partir de la prédica de ‘pescadores que ni siquiera sabían leer ni escribir”.
Asegurando que sólo la educación puede salvar a la humanidad, alabó a los
apóstoles de Cristo que difundieron valores de su tiempo, sin radio y sin
televisión, fueron capaces de dejarse devorar por los leones en aras de sus
creencias, porque poseían valores. Y aconsejó: “El mundo está lleno de mártires
y no hay mártires sin valores y la humanidad tiene ahora mártires para
transmitir valores. Los maestros no tienen que limitarse sólo a instruir, sino
a inculcar valores éticos y ‘transmitir un evangelio vivo".
Al
siguiente día (30 de noviembre), el líder cubano se reunió, por separado, con
el ex Presidente Rodrigo Borja, con el ex Vicepresidente León Roldós, con
dirigentes políticos, sindicales, indígenas.
El
ex Presidente Borja describió la última vez que le vio:
“Cuando vino Fidel a la inauguración de La Capilla del Hombre, me
llamó al teléfono para decirme que quería reunirse conmigo. Y me dijo: ‘Pero no
vengas sin tu enciclopedia’. Entonces fui a comprarla. En mi Enciclopedia de la Política , en ‘Fidelismo’,
sostengo que Fidel no es propiamente un ideólogo sino un líder político: uno de
los mayores líderes del mundo en los últimos cien años. Le llevé la enciclopedia.
Mis hijas me acompañaron hasta el Swiss Hotel, donde estaba hospedado, porque
querían volver a verle a Fidel. Hablaron tres cosas y se fueron. Nos quedamos
Fidel y yo. Pasaron los años y en una reunión social, en La Habana , se me acercó el Canciller,
Felipe Pérez Roque y me dijo: ‘Presidente Borja, ¿cómo está?’ Le dije: ‘Bien’.
Me dijo: ‘¿Sabe quién es el mejor lector de su enciclopedia?’ Le dije: ‘Ni idea’.
Me dijo: ‘Fidel’. Dije: ‘No puede ser’. Me dijo: ‘Tiene apuntes y comentarios
en todas las páginas’. Lástima que en Cuba no haya derecho de herencia, porque
de lo contrario gestionaría heredar de Fidel ese libro...”
A
su retorno a La Habana ,
después de la inauguración de La
Capilla , Castro paró en Guayaquil para visitar a León Febres
Cordero, quien le ofreció una cena en su residencia, ‘El Cortijo’.
CUARTA
Ecuador
estaba a punto de tener a su propio ‘Comandante’ en la presidencia: el ex
coronel Lucio Gutiérrez, famoso porque al mando de otros coroneles y miles de
indígenas derrocó al derechista Mahuad. Tiempo después se lanzó a la contienda
presidencial y ganó. Como en la campaña le vieron con uniforme militar, igual que
Castro y Chávez, adeptos a esos regímenes pensaron que era el revolucionario
que esperaban, pero la primera señal de que no era así, la dio pocos días después
de su triunfo. Fidel Castro estaba en Quito inaugurando ‘La Capilla del Hombre’, y
Gutiérrez evadió un diálogo con él, yéndose
a Colombia, “por compromisos previos en su agenda”.
Cuando
la prensa le pidió a Fidel Castro su opinión sobre el triunfo de Gutiérrez, dijo
que no quería inmiscuirse en los asuntos internos de Ecuador. “No soy rector ni
juez”, subrayó.
A
los pocos días de la inauguración de La Capilla (noviembre 2002), Fidel Castro retornó a Quito,
presidiendo una delegación de cuarenta y dos funcionarios cubanos, para
participar en la posesión de Gutiérrez, programada para el 15 de enero 2003. Más
por protocolo que por simpatía, el nuevo Presidente lo había incluido en la
lista de invitados. La gente le recibió al cubano, cariñosamente, con vivas y
aplausos. Es la última vez que los ecuatorianos lo vieron.
Para
Castro, este viaje fue positivo, porque según dijo la televisión de su país, en
Ecuador se “consolidarán más aún las relaciones de amistad y cooperación entre
Cuba y los países latinoamericanos y caribeños”. Al cambio de mando habían
llegado los presidentes: Hugo Chávez, de Venezuela; Ricardo Lagos, de Chile;
Alejandro Toledo, de Perú; Alvaro Uribe, de Colombia; Gonzalo Sánchez de Lozada,
de Bolivia; y Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil. La prensa comentó que
Castro habló con ellos de la iniciativa de Lula da Silva para ayudar a la OEA (Organización de Estados
Americanos) a encontrar una salida a la crisis de Venezuela, donde los
opositores a Chávez llevaban cuarenta y cuatro días en huelga. Nadie vio un
diálogo reservado con Lucio Gutiérrez.
El
líder cubano se había hospedado en el Swiss Hotel. Berenice dijo: “Fue la
última vez que le vimos en Quito. Se reunió con la familia y estaba muy
preocupado por cómo seguía la construcción de la segunda etapa de La Capilla ”.
Cuando
las manifestaciones públicas en Quito llegaron a su punto máximo, pidiendo la
renuncia de Gutiérrez, que finalmente cayó (20 de abril 2005), Fidel Castro
dijo en La Habana ,
que el depuesto Presidente fue un “farsante, mentiroso e hipócrita”, que
intentó imitar a los militares revolucionarios del proceso bolivariano,
liderados por el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Pero, según Castro, Gutiérrez
“no llegaba ni a la suela de los zapatos de Chávez”, y realizó una política de
derecha y neoliberal que “no arregló nada”. (Nota de la Agencia EFE ,
reproducida en www.cubanet.org)
TOMADO
DEL LIBRO: ‘UN CICLÓN LLAMADO FIDEL’, DE MARIANA NEIRA. Edición Octubre 2010.