Hace poco tiempo un amigo me confesó ser
amigo de un siquiatra ecuatoriano que trataba a un líder político ecuatoriano
bipolar. Por esa enfermedad mental el líder cambiaba de un momento a otro de un
estado eufórico a uno ultra depresivo. El siquiatra regulaba esos cambios
extremos del líder con medicinas. Y escuchaba sus relatos. El desahogo verbal
era parte de la terapia, pero cada vez que su paciente famoso se acostaba en el
sofá del siquiatra repetía su deseo de morir como Eloy Alfaro, asesinado y, de
ser posible, linchado, de ser posible, arrastrado.
Me pareció cuento de mi amigo, sin
embargo, me atreví a repetir la historia del líder en el sofá del siquiatra a otras
personas que, pienso, no me la creyeron.
Recordé esta historia al leer el
miércoles 23 de marzo 2016, en el diario El Comercio, este artículo de León
Roldós:
Todo dramático, en la sabatina del 19 de marzo del 2016, en
Limón Indanza, el presidente Correa había dicho cual agorero del desastre:
“Están esperando que venga un familiar de un enfermo de cáncer, le meta un tiro
al presidente, porque el presidente malvado, ¡cómo odia a los enfermos de
cáncer! ; y, si eso llegara a pasar, sería la mayor torpeza (…) Inmerecidamente
me inmortalizaría, y, por si acaso, me queman, mis cenizas las echan, la mitad
en el río Guayas, y la mitad en un arbolito a ver si al final aunque sea sirvo
para algo. Y nada de un monumento ni nada de esas cosas, que nunca me han
gustado” (…)
“En todo caso, eso se busca como
hicieron con Eloy Alfaro, la que indujo el asesinato de Alfaro fue la prensa,
sobre todo El Comercio y después rasgarse las vestiduras y a hablarnos de
democracia, paz, unión y tolerancia (…) ya no permitamos que nos engañen y nos
manipulen, para que alguien me pegue un tiro”.
¿Qué hay detrás de esta fantasía?
1. Quizás un afán de activar la compasión
pública para detener la caída en las encuestas.
Últimos datos de las encuestadoras dicen
que la credibilidad en el presidente sigue de bajada. Hablan de 6 a 8
ecuatorianos que no creen en su palabra.
2. También habría
un afán de distraernos para que no miremos la crisis en toda su dimensión.
El Estado gastó toda la plata de los
ecuatorianos y no hizo una reserva porque eso no estaba dentro de su ‘sabia’ política
económica. Y ya no tiene ni para pagar sueldos, entonces nos pone impuestos,
empeña lo que debe y no debe. Eso duele. Hay quiteños que al drama le ponen ‘sal’
diciendo que se debería poner cadenas a El Panecillo de Quito para que el
gobierno no lo venda.
Si el Faraón y el Evo hubiesen sido
ecuatorianos, no habrían hecho eso.
El sabio Faraón de Egipto se dejó guiar
por dos sueños y un consejero. Primer sueño: ‘Vi siete vacas gordas, hermosas.
Entonces vi siete vacas muy flacas y huesudas. Y las flacas se comieron a las
vacas gordas. En mi segundo sueño vi siete espigas de grano lleno y maduro que
crecían en un solo tallo. Entonces vi siete espigas de grano delgadas y secas.
Y las espigas de grano delgadas empezaron a tragarse a las siete espigas
buenas.’
Ningún sabio ni adivino pudo interpretar
sus sueños. Alguien le dijo que en la cárcel había un joven capaz de hacerlo.
Ordenó le llevara a su palacio. José, el hebreo, le dijo al Faraón: ‘Los dos
sueños significan lo mismo. Las siete vacas gordas y las siete espigas de grano
llenas significan siete años, y las siete vacas flacas y las siete espigas de
grano delgadas significan otros siete años. Habrá siete años en que crecerá
mucho alimento en Egipto. Habrá siete años en que crecerá muy poco alimento.’
Coincide con lo que dice el Eclesiastés:
‘Hay un tiempo para cada cosa, y un momento para hacerla bajo el cielo… un
tiempo para guardar, y otro para tirar fuera…’
Si José hubiese vivido en Ecuador en tiempos
de revolución y dicho: ‘Habrá siete años de altísimos precios del petróleo y hay
que guardar para enfrentar siete años de precios bajos’ (que predicen algunos
expertos), le habrían calificado de ‘torpe’ ‘sufridor’, sobreviviente de ‘la
larga noche neoliberal’, ‘enemigo de la revolución’.
El sabio Faraón le escogió al mismo José
para que recogiera el alimento, lo almacenara y lo repartiera en el tiempo de
vacas flacas, y le convirtió en un hombre poderoso. Acá a José le habrían
echado del palacio y enjuiciado bajo cualquier acusación.
Creyéndose superiores, nuestros ‘revolucionarios’
no tomaron en cuenta estos sabios consejos. La vida, en todos sus aspectos,
tiene sus ciclos buenos y malos. La economía tiene sus ciclos de precios altos
y precios bajos de las materias primas, dicen los buenos analistas económicos. Los
toman en cuenta los inteligentes gobernantes capitalistas y los que dicen que
no lo son.
Por ejemplo, el Evo de Bolivia. Al Papa
Francisco le regaló un Cristo colocado sobre una hoz y un martillo, para
parecer revolucionario, pero para el manejo de la economía usó la lógica. Se
dejó guiar por un gerente del Banco Central de derecha. Juntos, como el Faraón
y José, en tiempo de vacas gordas (buenos precios de las materias primas) guardaron
muchos dólares. Ahora el Evo anda orgulloso. Mientras Ecuador está con el miedo
a decrecer, Bolivia anticipa un crecimiento del 5% en el 2016, pese al
escándalo de la ‘Eva’ que le hizo comer la manzana de la corrupción. (El
Comercio, Martes 29 marzo 2016, pág. 5.) No es porque el Evo ahorra y ahorra como
un neoliberal. Él es un ‘revolucionario siglo XXI’ que, dicen, reparte riqueza
a través de programas sociales y evita los lujos de nuevo rico, por ejemplo, el
derroche en gasolina. Cuando llegó a Quito para una reciente reunión de Unasur,
recordarán ustedes, se murió de las iras porque los automóviles y motocicletas
de la nueva rica y jactanciosa seguridad de la revolución ciudadana ecuatoriana,
no dejaba pasar a su auto. “Hermano Correa me quejo. Yo quería apurarme y había
unas 20 motocicletas delante de mí. ¿Cuánto combustible hemos gastado en esa
llegada? En Cochabamba ando solito, a veces, manejando con el chófer… Somos
presidentes electos democráticamente, somos parte del pueblo y hay que estar
con el pueblo y esa es mi experiencia”. El presidente Correa justificó la
cantidad de vehículos escoltas diciendo que eso daba mayor celeridad al
traslado de los dignatarios. (Si Evo supiera de los 30 mil y pico autos que
tiene la burocracia, del avión intercontinental, del sabreliner para viajes caseros,
de los guardias, de los chefs, de las inversiones chuecas, etcétera, no sé qué
diría. A lo mejor sabe, pero calla por solidaridad con el ‘hermano’).
Pero el Evo no debe cantar victoria. Los
analistas dicen que la prolongaba baja de precios de las materias primas,
también le provocará una crisis. Pero el golpe para los bolivianos será suave
porque caerán sobre el colchón de su gran reserva monetaria. Los ecuatorianos
estamos cayendo en una piscina sin agua.
3. La tercera
intención de la fantasía presidencial sería crear un culpable y qué mejor que
la prensa, ahora, ya no solo ‘corrupta’, también potencial asesina por denunciar,
por ejemplo, que el gobierno prefirió pagar deuda externa que transferir la
platita para los enfermos de cáncer (caso Solca). Tras la denuncia ningún medio
dijo: Vean, lectores, radioescuchas, televidentes, vayan a cobrar esta deuda
metiéndole un tiro al presidente. El presidente sí motiva a sus huestes a que
agredan a los comunicadores, llámense periodistas, blogueros, tuiteros, etc.
Véanlo ustedes.
El sábado 26 de marzo 2016 Correa dijo: “…tuiteros queridos,
pronto nos vamos a reunir, la batalla también está en las redes, y es una
batalla que tenemos que ganar y vamos a ganar, compañeros, porque los honestos
somos más, siempre vamos a aclarar todas las mentiras, pero cuidado nos aturden
con una mentira medio creíble”.
Y tres días después, martes 29 de marzo, se activó la
‘batalla’. El tuitero Alejandro Muñoz encontraba debajo de la puerta de su casa
un sobre con fotografías suyas y las paredes manchadas con pintura roja y
amarilla. (No es nuevo, antes hicieron algo parecido en la casa de la
periodista Ivonne Guzmán, de El Comercio). Para el tuitero las fotos son muestra
de que alguien le está siguiendo. ¿Quién?, nos preguntamos. La respuesta es
fácil: fanáticos o una fuerza oculta del gobierno.
Y surgen otras preguntas:
¿Cómo esta gente sabe dónde vive tal o
cual comunicador?
¿Inteligencia del gobierno está
proveyendo de información privilegiada a esos grupos o estos grupos tienen su propia
‘inteligencia’?
Sea como fuere, son grupos
para-terroristas que no dan la cara como un periodista cuando denuncia. Son
grupos peligrosos que en cualquier país serían investigados, no en el nuestro
donde el Estado solo protege a los ciudadanos que coinciden con su ideología.
Los ‘opositores’ que cada día son más, muchos más, quedan en el desamparo, amenazados,
perseguidos, espiados.