miércoles, 4 de abril de 2018

CÓMO SE DIO EL BOOM NARCO EN ECUADOR



Mirar a los compañeros del equipo periodístico del diario El Comercio: Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, encadenados por sus secuestradores, conmovió e indignó al país. Pareciera hubiéramos retrocedido siglos, a la época de la violencia salvaje, cuando se usaba a los humanos como escudo para el chantaje y la venganza. Y nos puso frente a una realidad: no estamos preparados para enfrentar situaciones como esta.
Pero lo que estamos viviendo, no es gratuito, es consecuencia de la entrega del país a las mafias del narcotráfico que no quieren perder la libertad para hacer negocios que tuvieron desde el 2007 cuando el gobierno aflojó el sistema de control del tráfico humano, de armas y de droga por nuestro mar, cielo y tierra.
En ‘arca abierta’, los carteles internacionales hicieron en la ‘década ganada’ por Correa y su círculo, negocios por miles de millones de dólares. Estadísticas oficiales muestran que nunca antes en el país hubo un ‘boom narco’ como en los años correístas.
Nunca se habían detectado volúmenes de confiscación como desde el 2007. Eso, según los expertos, apenas sería un 20% o 30% del total de droga que se movilizaría por nuestro territorio.
Nunca en Ecuador se habían confiscado 5 toneladas de droga, en una sola vez.
Nunca el tráfico de droga había movido tantos dólares en el país. Lea:
La droga mueve mucho dinero en Ecuador, publicado en planv.com.ec y mariana-neira.blogspot.com

Nunca tuvimos carteles y capos de la droga con tanto ‘prestigio’ internacional. Y nunca tuvimos un capo extraditado a una cárcel de los Estados Unidos.
Nunca hubo tantos funcionarios públicos, militantes del partido gobernante y uniformados de alto rango involucrados en narcotráfico. Incluso se asesinaban entre ellos.
Nunca se había visto a la hermana del presidente de la república tomándose fotos con narcotraficantes encarcelados. Vea la foto en:

ASÍ SE DIO EL ‘BOOM NARCO’
En las notas publicadas por la prensa durante la década correísta, vemos tal sincronía de hechos que parece respondiera a un plan –siniestro, por cierto- para lograr el ‘boom narco’ 2007-2017.
1 Hubo un tan visible, como negado acercamiento de importantes personajes del gobierno y de su partido a las FARC, de Colombia, considerada en el mundo como una narcoguerrilla que, se sospechó, financió la campaña de Correa.
En los archivos encontrados en la computadora de Raúl Reyes, luego del bombardeo a Angostura donde murió, consta un texto supuestamente escrito por Raúl Reyes que dice: “Pedro Marín, Tirofijo, máximo jefe de las FARC, el 12 de octubre de 2006, decidió donar 100.000 dólares recolectados entre los  diferentes bloques de la guerrilla… Amigos del Frente 48 hicieron una recolecta de otros 300 mil dólares para la misma campaña…”
Supuestamente quien recibió los 100 mil para la campaña de Correa, fue el coronel en servicio pasivo, Jorge Brito (quien desmintió el hecho), pero esta nota de prensa no aclara si se concretó la entrega de los restantes 300 mil y a quién.
Detalles en: El dinero perdido de las FARC. Madrid. 2 agosto 2009. https://elpais.com/diario/2009/08/02/internacional/1249164001_850215.html

Un personaje muy visible en este proceso de acercamiento a las FARC fue José Ignacio Chauvin. La historia en:
Chauvin, el ecuatoriano que más cerca estuvo de las FARC. http://www.eluniverso.com/2009/02/15/1/1355/8CEFD6BE4BAB46959C415F7C1CE70227.html
Libro: El juego del camaleón, del periodista Arturo Torres. Eskeletra Editorial. 2009.

Y muy visible fue la relación de altos funcionarios del gobierno y vigilantes de los derechos  humanos, con personajes acusados de narcotráfico. Detalles en:

Chauvin fue implicado, incluso detenido por su relación con los hermanos Ostaiza enjuiciados por narcotráfico y Correa lo defendió:
31 de enero del 2009.El presidente de la República, Rafael Correa, durante su enlace sabatino anuncia que se tomarán medidas drásticas contra los policías que no capturaron a José Chauvin: ‘Se había pedido que detecten el lugar donde estaba, que se lo rodee para que no escape, para que cuando esté la orden de prisión, con la orden de allanamiento, se entraba a la casa y se lo capturaba. Esa fue la orden explícita tanto del Presidente como del Ministro de Gobierno. Pero lo dejaron escapar...”
7 de febrero del 2009. Cuando le capturaron a Chauvín, el presidente Correa cambió de posición, pidió disculpas a su familia por la incursión de la Policía en su casa y por haber reaccionado “preocupado por la imagen del Gobierno… Hasta ahora lo que sabemos de Chauvin es que era amigo de los Ostaiza y que era amigo de Raúl Reyes, que no era delito, como tampoco es delito en este país simpatizar con las FARC’. Anticipa que si las citas con Reyes se dieron en territorio ecuatoriano se considerará ‘traición a la revolución ciudadana y traición a la patria”.
Chauvin, el ecuatoriano que más cerca estuvo de las FARC. 15 de febrero, 2009

2 Desde el 2004, el lanchero manabita Washington Prado, alias ‘Gerald’, llamado el ‘Pablo Escobar ecuatoriano’, formó en Manabí algo así como un ‘Cartel de lancheros ecuatorianos’ para transportar la droga de las FARC y otros grupos narcos a Estados Unidos, en asocio con carteles colombianos y mexicanos. Perfil en:

3 Se había armado la estructura para el gran narcotráfico en Ecuador. Solo faltaba limpiar el obstáculo mayor y Correa lo hizo: no renovó el convenio con Estados Unidos que tuvo que retirar su Puesto de Avanzada de la Base de Manta, el 18 de septiembre 2009. Entonces el ministro de seguridad, Miguel Carvajal (ahora colaborador del gobierno de Moreno), dijo: “La decisión de Quito de no renovar el convenio implica ‘la concreción de una política del gobierno que no quiere ni presencia ni instalaciones de fuerzas militares extranjeras de ningún tipo y bajo ningún concepto en territorio ecuatoriano”.
Y, al contrario de lo que se esperaba, el gobierno nacional no formó una fuerza sustitutiva, más bien, aflojó el control de sus fronteras.
4 Instaló radares chinos que nunca funcionaron. Recién en el 2016 comenzaron a operar otros adquiridos en Europa. Lea:
Ecuador rescinde compra de radares chinos de USD 60 millones. Viernes 10/05/2013
Empresa española dotará de radares a la FAE. El Comercio. 13 de febrero del 2015.

Compró helicópteros indios Dhruv y aviones sudafricanos Cheetah que se caían. Lea:
4 helicópteros Dhruv accidentados desde 2009 en Ecuador. La Hora. Martes 27 de enero 2015. http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=AME&pagina=http://www.lahora.com.ec

16/Agosto/2011: http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/un-avion-cheetah-de-la-fae-se-accidento-ayer-en-taura-494347.html


Las interdicciones aéreas fallaron, las narcoavionetas eran descubiertas porque se caían. Lea: Desde 2003, la Policía localizó 17 naves involucradas en tráfico de drogas. 06 de marzo de 2018. https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/judicial/12/desde-2003-la-policia-localizo-17-naves-involucradas-en-trafico-de-drogas

5 Se redujo el número de efectivos en la frontera y hay comentarios de que se descuidó el entrenamiento de los militares para operaciones antiguerrilleras y antidrogas en selva. Un indicio se vio en Esmeraldas, donde un grupo de marinos cayó en la primera ‘trampa  cazabobos’.
La única ‘inteligencia’ de Correa estaba dedicada a espiar a los contrarios y darse piscinazos en la ex mansión de los ex banqueros Isaías. Lo demuestra la deficiente desinformación sobre el avance del bandidaje en la frontera que sorprendió a militares y civiles.
CORRUPCIÓN NARCO
Sin control, la sociedad civil y el Estado empezaron a corromperse. A la presencia de nuevos carteles nacionales y extranjeros se sumó algo parecido a un ‘Cartel del Estado’ (un símil del ‘Cartel de los soles’, de Venezuela) integrado por funcionarios de altísimo nivel involucrados en narcotráfico. Había subsecretarios, asesores de la presidencia de la república, funcionarios de la cancillería, autoridades regionales, jueces, fiscales, etcétera. Ninguno, por lo menos, investigado por la justicia.
Se sumaron elementos de la fuerza pública: generales, contralmirantes, coroneles y elementos de  rango inferior de la policía y de las fuerzas armadas. Hubo algunos procesados que pronto salieron libres.
Comenzaron a asesinarse entre los funcionarios del Estado involucrados en narcotráfico. Un coronel de la FAE fue asesinado a tiros cuando salía de su casa, a un policía ‘intentaron suicidarle’, un candidato a una dignidad regional fue asesinado, un testigo de la ‘valija diplomática’ fue asesinado, etcétera.
Presento algunos casos en los cuales encontrará varios nombres de funcionarios e instituciones del Estado involucrados en narcotráfico. Y algunos, asesinatos.
‘Huracán Verde’.
‘Narcovalija’. ECUADOR: CANCILLER ADMITE ENVÌO DE DROGA EN VALIJA DIPLOMÀTICA A ITALIA. Publicado el 10 Feb 2012. http://www.chileahora.cl/leer.php?idnota=18106
El crimen de un sentenciado por caso valija, en indagación. 20 de febrero del 2016. http://www.elcomercio.com/actualidad/crimen-sentenciado-valijadiplomatica-indagacion.html
‘Resurgir’. Walker Vera, víctima de una trama de narcotraficantes. 4 de Enero del 2015. Fundación Milhojas.IS

Mataron al abogado manabita Wellington Alcívar Quiñonez que en octubre 2011, denunció públicamente que en el país estaba operando el Cartel de Sinaloa.

El rompecabezas del narcotráfico en Ecuador (2). 24/Junio/2015


EL CHAPO ERA ‘AYUDADO’ POR ECUATORIANOS
La colaboración de ecuatorianos al Cartel de Sinaloa lo confesó su mismo jefe, el Chapo Guzmán, hoy preso en los Estados Unidos. Según la revista Semana, “él ha llegado a asegurar desde la clandestinidad que buena parte de su millonaria ‘mercancía’ sale de Ecuador. Y cuentan en su actividad criminal con ecuatorianos”.
Pero el ministro del Interior, César Navas, hoy paradójicamente dirigiendo el Comité que negocia el rescate de los periodistas, dijo luego del atentado en contra del Comando Policial de San Lorenzo: “No hay presencia de carteles del narcotráfico en el país…”

¿Miopía o afán de menospreciar el problema?
¿PAÍS NARCO?
Por estas evidencias, Ecuador comienza a ser visto como un ‘narcoestado’ donde el negocio de las drogas va ligado a la corrupción, a la violencia, al terror, como en Colombia, en la década de los 80, y ahora en México.
Las primeras evidencias las estamos viendo en el cantón San Lorenzo, donde se ha focalizado el conflicto.
El 28 de enero 2018 explotó el primer coche bomba destrozando un cuartel de policía y 105 casas. Felizmente solo hubo heridos. Recién entonces los organismos de seguridad descubrieron que allí había apenas una cámara de vigilancia, pero colocada en el interior del cuartel.
El 20 de marzo, una bomba mató a cuatro marinos e hirió a dos.
El 26 de marzo se dio el primer secuestro a periodistas ecuatorianos.
Estos hechos han demostrado que ni policías, ni militares, ni periodistas estamos preparados para enfrentar una situación de violencia extrema, como ésta.
LA ‘NEGOCIACIÓN’
Tampoco estamos preparados para negociar con guerrilleros, ni con narcotraficantes, sin embargo, estábamos haciéndolo cuando el 3 de abril, de manera cruel, los secuestradores exhibieron a nuestros compañeros encadenados.
Javier dijo que los tres son cautivos del ‘Frente de disidentes Oliver Sinisterra’ liderado por Walter Patricio Arisala Vernaza, alias ‘Guacho’. Su perfil en:

¿Qué piden los secuestradores? Según Javier: “El ‘intercambio’ con tres de sus compañeros detenidos” el 12 de enero 2018. El Comercio informó ese hecho: ellos portaban armas de fuego, granadas, rollos de mecha lenta y cartuchos.
Además, exigen “la eliminación del plan binacional para fortalecer la seguridad en la frontera, acordado entre Ecuador y Colombia”, el 15 de febrero en Pereira, Colombia.
La primera es una exigencia judicial esperada. Llama la atención la segunda que tiene una connotación política. Les disgusta que el presidente Moreno hubiese decidido atacar a su narconegocio, quieren seguir haciéndolo libremente, como en el gobierno correísta. Lo curioso es que los secuestradores conocen detalles del acuerdo con Colombia, más que nosotros. ¿Tienen informantes al interior del gobierno? Otra interrogante: ¿por qué la exigencia es solo al gobierno de Ecuador y no a Colombia, la otra parte del acuerdo?
De paso, vale decir, nuestro vecino tiene el compromiso moral de participar activamente en el proceso de liberación de Javier, Paúl y Efraín.
¿CAPTAR LIDERAZGO?
Atrás del secuestro al equipo de periodistas ecuatorianos también podría estar la intención del ‘Guacho’ de visibilizarse con acciones violentas para tomar el liderazgo de los grupos narcotraficantes ecuatorianos que operan en la franja colombo ecuatoriana, Esmeraldas-Tumaco, dejado por ‘Gerald’ luego de que Colombia lo detuviera y extraditara a Estados Unidos. Simultáneamente le confiscaron 17,5 millones de dólares encaletados en las casas de su hermana, en Guayaquil y Manta.

No se conoce si hubo relación entre ‘Gerald’ y ‘Guacho’, pero los dos andaban en el mismo oficio: tráfico de drogas. ‘Gerald’ comenzó con sus go fast (lanchas rápidas) en el 2004, el ‘Guacho’, dicen, recién hace dos años, pero se olvidan que estuvo 10 años en la narcoguerrilla FARC.
En octubre 2017, RCN Noticias de Colombia entrevistó a ‘Guacho’ quien admitió haber integrado las FARC. “Tuve un rango de comandante de guerrilla. No somos disidentes, somos guerrilleros activos” y aclaró que no se dedica al narcotráfico. Su “lucha” es “proletaria”.

Pruébelo, entréguenos los cuerpos de Javier, Paúl y Efraín, ‘proletarios’ como todos los periodistas que viven con las justas, a quienes usted asesinó.
Actualizado al 21 de abril 2018

martes, 13 de marzo de 2018

MARIANA NEIRA PUBLICÓ SU NOVELA ‘3 VECES MUERTO’



A mis amigos lectores les cuento que el 7 de marzo 2018 presentamos en Quito mi novela ‘3 VECES MUERTO’. Es la segunda en mi intención de incursionar en la narración de ficción.
La presentación la hicieron Arturo Torres, periodista y ex-editor del diario El Comercio, y Orlando Gómez, periodista colombiano que colabora con diario La Hora, de Quito, y Revista Semana de Colombia.
Es una novela que combina guerrilla, espionaje, bombardeo y amor. El contenido del libro se resume en esta líneas:
"Hay historias reales que parecen novela y novelas que parecen historias reales. La historia de Iván está entre las dos opciones. Él busca salvar su vida escondiéndose en la guerrilla colombiana donde descubre un mundo político internacional oculto, sórdido, con intelectuales de izquierda, fanáticos, espías, soplones que llegan al monte cual turistas a un hotel. Iván supone, ellos facilitaron el bombardeo que casi le mata y decide vengarse. Empieza por esconder su pasado con identidades falsas y una cadena de mentiras. La casualidad pone en su camino a una mujer bonita. Por intuición, capta, es un transgénero, ex compañero suyo de fechorías. Ella, solidaria, le financia una cirugía plástica y le induce a vivir del sexo. Él ya no quiere delinquir y acepta. Así descubre otro mundo oculto en la sociedad: el amor alternativo, clandestino. En ese trajín se liga con una alemana adulta, culta, quien le introduce en el mundo intelectual quiteño del cual, Iván descubre, salieron algunos espías que llegaron al monte. Los enemigos están a la vista y la venganza parece fácil."
La novela fue publicada por la joven ‘Editorial La Pesetera’ que en su Facebook informa sobre este libro, o puede escribir a librospesetera@gmail.com y llamar al teléfono (02) 3332526.
A continuación le ofrezco el CAPÍTULO I
¡Salvado!
—¡Cómo pesas, Damián! Identifico una voz de mujer. Ella me carga. Y me llama Damián.
¿Mi nombre será Damián? No lo recuerdo.
—Si no fuera porque tu corazón late, te dejaría botado.
Estoy vivo, solo desmayado. ¿Quién eres mujer? Tu voz, tu olor me son conocidos, pero no te identifico.
—Y ahora te pusiste a ganguear, Damián. ¿Será que estás por estirar la pata?
No estoy gangueando, pregunto quién eres. No me escuchas. Debe ser porque la voz no sale de mi boca.
—No te mueras Damián, ya mismo llegamos a la casa de unos vecinos que viven a la orilla de un río.
No quiero morir.
—Al fin llegamos. ¡Don Mesías! ¡Don Mesías! ¡Abra la puerta!
—¿Quién es?
—Soy Nati.
—¿Cuál Nati?
—La hija de taita yachak. ¡Abra la puerta!
—¡Naticita! Su papá la está buscando con desesperación hace dos años...
—De eso hablaremos después, don Mesías, ahora ayúdeme con este medio muertito que vengo cargando desde el campamento guerrillero. Fue herido por el bombardeo.
—¿Estaría usted en la guerrilla?
—De eso hablaremos después. Présteme su bote para llevarle a mi compañero a la casa de mi papá para ver si puede curarle.
—Claro Naticita, yo mismo les llevaré. Ahí está el bote. Espere un ratito —entra en su casa y sale con una manta y una linterna. Don Mesías me pide que le ayude a poner al Damián sobre la manta. Lo hacemos despacito para que no se le salgan las tripas y con la manta le subimos a la quilla del bote—. Ahora usted Naticita, suba —atrás mío lo hace él, enciende el motor y nos vamos.
—¿Usted escuchó el bombardeo, don Mesías?
—Claro, fue un ruido tremendo. Sonaban aviones, helicópteros, bombas, disparos. Mi mujer y yo estábamos en la cama, asustados, teníamos miedo de que llegaran los militares a dispararnos. ¿Hubo muchos heridos allá?
—No, todos están muertos.
—¿Cómo así a usted no le pasó nada?
—Yo salí del cambuche para orinar. Me alejé unos metros. Encontré un hueco parecido a una trinchera. Allí me metí. De pronto, tremendo estruendo. ¡Bomba!, dije. Jalé unos tablones que estaban cerca para cubrir el hueco. Otro estruendo. Más bombas, me dije. Sobre los tablones cayó de todo. Terrible ruido, ensordecedor. Temblando de miedo esperaba otra explosión. No sé cuántas más hubo. Cesó el bombardeo. Retiré los tablones. Saqué mi cabeza. El campamento ardía. Había mucho humo. Del monte salían quejidos apenas audibles. Son compañeros heridos, me dije. Me predispuse a salir para ayudarles, pero los sonidos de los helicópteros me detuvieron. Estaban sobre mi cabeza. Volví a encerrarme en el hueco. Al poco rato oí pasos y gritos. Supuse eran militares. Disparaban, presumo, a los sobrevivientes. Los pasos se fueron. Lentamente levanté los tablones y otra vez saqué mi cabeza para ver la misma escena: fuego, humo. Salí del hueco. Las cabañas y los cambuches estaban en el suelo, en llamas. Caminé. No encontré ni un ser humano en pie. Solo compañeros tirados en el monte. Agarré sus muñecas. Solo uno tenía pulso. Está desmayado, me dije. Usando un palo con llama, como antorcha, alumbré su rostro. Era Damián. Tenía mucha sangre en la barriga. Para detener la hemorragia rompí la ropa de un compañero muerto, hice una venda y le amarraré la barriga. Le cargué y aquí estoy.
—Qué valiente Naticita, usted solita cargando a un medio muertito.
—Estoy acostumbrada a cargar cosas pesadas. Y ahorita que dice ‘medio muertito’, voy a ver si todavía tiene pulso —agarro la muñeca del Damián. Siento sus latidos—. Todavía estás vivo, Damiancito. En menos de una hora llegaremos a la casa de papá, no se te ocurra morir en pleno río.
—Su papá es un buen yachak, Naticita, le he visto levantar muertos. Él le salvará.
—¿Le oíste a don Mesías, Damiancito? Te vas a salvar.
Damiancito, Damiancito. Ya te identifiqué, eres Sonia, mi Sonia, la única que me llamaba así en el monte. Cómo no me di cuenta antes. Tu olor me era conocido. Me confundí cuando don Mesías te llamó Nati. Qué bruto soy, Sonia era tu nombre de guerrillera.
***
La Sonia me llama Damián. En mi vida real me llamo Iván Alejandro Loyola Zárate. Nací el 28 de febrero de 1976 en un pueblo del Oriente ecuatoriano cambiado de nombre por los políticos. Ahora se llama Amazonía. Tengo 32 años y van dos veces que me dan por muerto. Dicen que el gato tiene siete vidas, si yo fuese gato me sobrarían cinco. ¿Habrá gatos que mueren sin llegar al fatídico siete?
Les voy a contar mi vida. Descubrir que había sido adoptado, me volvió loco. De niño bueno pasé a malo. Quería vengarme de todos. A los diez años le robé al comisario de mi pueblo. ¿Se imaginan a un pelado de esa edad robándole a una autoridad? Y nunca me cacharon.
Mis viejos me llevaron a estudiar en Quito donde me di cuenta: el vicio del robo se me había pegado. A los doce años robé un par de zapatos de una vitrina y fui encanado por primera vez en un centro de detención provisional para adultos. Estuve pocas horas allí porque no hubo quien hiciera la denuncia. A los trece robé el primer carro y fui encanado quince días en un reformatorio para pelados. A los quince regresé al reformatorio por robar un taxi.
Ese ‘reformatorio’ deformó mi vida. Conocí a panas de mi edad. Nos convertimos en brothers. Como yo era muy pilas, me convirtieron en su líder y me dediqué a buscar la forma de conseguir nuestra libertad. Una opción era salir por la puerta principal, disfrazado, en un día de visitas familiares. Otra, saltar el muro en la noche. Más me gustó la tercera opción: coimar a los policías guardianes. ¿Cómo hacerlo? En ese momento se me ocurrió mi primer ‘trabajo de inteligencia’. Me dediqué a investigar quiénes eran ‘comprables’. Todos eran corruptos. Se diferenciaban en que uno pedía más plata que el otro.
—Pana, mi mamacita está enferma, quiero salir de aquí —le dije de frente a uno de los policías. Se hizo el sordo, pero cada vez que se acercaba a mí, yo le repetía el pedido. Un día, moviendo los dedos medio, índice y pulgar, me preguntó:
—¿Tendrás plata?
El mensaje fue claro, el man estaba dispuesto a ‘colaborar’.
—Claro, ¿cuánto?
Me dio una cantidad.
—Afuera te pago.
Y caí en la trampa del chantaje de policías corruptos. Ellos me pusieron el apodo Pitucón porque me gustaba andar bien vestido. Por ese detalle creían que tenía plata a montones. Me pedían plata para dejarme fugar y plata para no recapturarme.
Un día estos policías me vendieron un arma y juntos camellábamos. A mano armada asaltábamos negocios. El camello con los policías era a tiempo parcial, con mis panas, a tiempo completo. Asaltábamos a parejas en el barrio más farrero de Quito, La Mariscal. Nosotros le pusimos un nombre más moderno, La Zona. Robábamos los autos para ir a saquear casas en los valles, donde vivían los ricos. Si el dueño estaba presente, mala suerte, le dábamos el vire. ¡Qué vida la mía!
Me había hecho tan famoso que el César Cepeda, un conocidísimo traficante de armas, me buscó para un camello gordo. Me puso en contacto con un militar de apellido Cazar. Él me explicó las ‘cláusulas’ del camello. Consistirían en ubicar al conductor de un taxi San Remo, llamado Andrés, apodado el Gato. Él había seducido a la hija de un general. Ella se había enamorado locamente del Gato. Se pelearon y la mujer decidió suicidarse. Localizado el Gato, yo debía llevarle a un lugar desolado donde unos militares le darían una ‘lección’. Como no encontramos al Gato emprendimos en una cacería tenaz de taxistas. Imagínense, entre agosto de 1991 y enero de 1992 habíamos dado el vire a diez taxistas y cuatro camioneteros.
Digo ‘habíamos’. En realidad quienes disparaban eran los de la venganza. A mí se me fueron los tiros solo con un taxista y dos camioneteros. En una de esas noches de pura adrenalina y sangre, los milicos dispararon como locos en contra de un taxista secuestrado, mis panas y yo. Nos quieren matar, dijo un pana. Yo también capté esa mala intención. Me hice el gil, no reclamé a mis ‘contratistas’. Mi intención era separarme de ellos de a poquito. Creo adivinaron mi pensamiento porque de inmediato lanzaron a los policías a cazarme. Una noche entraron a mi casa en Quito, como en las películas, tumbando puertas. Yo escapé con las justas. Mi madre que era sorda, quedó en la cama, dormida. La asesinaron con once balazos.
Me detuvieron y culparon de todos los asesinatos habidos y por haber. Yo dizque había matado a cinco homosexuales. Mentira. Le di el vire a un marica que nos llevó a su depar e intentó propasarse con un pana durante una farra de esas tenaces, con trago y marihuana. A los otros los mató el César por puro odio a los homosexuales. No niego, en una ocasión se me escaparon los tiros con dos choros por pasarse de vivos conmigo y mis panas llevándose nuestra parte del botín. ¡Así no se juega! Les ‘visitamos’ en su casa y les metimos bala. Al guardia del reformatorio que quiso impedir escapáramos, yo le clavé una bala, mi pana otra. Era un maltratador. Si sumo con los dedos de la mano, yo solo me bajé a siete, no a los veintidós que me cargaron.
Quise contar la plena a los periodistas y no pude por miedo a mis ‘contratistas’. Ellos me repetían, ¡si hablas mueres! Yo, solo yo, debía cargar con los muertos. El 11 de enero de 1996 cumplía mi condena. A punto de salir de la cárcel de Quito me llegaban mensajes anónimos con las mismas frases: ¡Cuidado hables...! ¡Si hablas mueres! Yo sabía quiénes me los enviaban, mis excontratistas. Fui al Oriente. Me pareció ver a uno de ellos en un hotel de Lago Agrio. Eran peligrosos. Estos me van a perseguir a sol y sombra, me dije, y se me vino la idea de borrarme del mapa.
Por un amigo común supe que mi parcerito Jairo se había enrolado en la guerrilla colombiana. Ocasionalmente cruzaba al lado ecuatoriano para cumplir ‘misiones’, por ejemplo, comprar medicinas. De paso saludaba a los panas. Al amigo común le pedí me facilitara un encuentro con Jairo. Lo consiguió. Jairo me esperó en un pueblo asentado en la orilla del río fronterizo. Nos abrazamos y con unas bielas en la mano recordamos nuestro pasado en el reformatorio donde jugábamos fútbol. Él me tenía gratitud porque durante una huida del reformatorio con mis panas, le saqué de su celda y juntos escapamos a Colombia.
—Y ahora, mi parcerito, estoy jodido, los del camello de los taxistas me persiguen para matarme —le dije.
—Escóndase —me dijo Jairo—, si no lo hace esos tipos le van a encontrar. Usted me contó, es gente dedicada al negocio de armas, quienes andan en esa vaina son peligrosos, tienen soplones por todas partes.
—Intento esconderme, aunque no sé cómo ni dónde.
Entonces el parcerito me habló del monte, de la guerrilla. Tuve dudas. Ahí también disparan, matan, pensé.
—Es el lugar más seguro para esconderse —me convenció.
Y se me vino como un rayo una idea locaza.
—Parcerito, antes ayúdeme a ‘morir’ en mi país.
Y juntos planeamos mi primera ‘muerte’ robando un cadáver en el cementerio, al cual le destrozamos para dejarle irreconocible. Después le vestimos con mi ropa y pusimos en los bolsillos mis documentos de identidad. Al encontrar el cadáver, creyeron era yo. Me ‘enterraron’ un día antes de mi vigésimo cumpleaños, el 27 de febrero de 1996. Mientras me ‘enterraban’, Jairo y yo viajábamos al monte para esconderme en la guerrilla.
Ni bien llegamos al campamento, Jairo, a quien la guerrilla le había dado el nombre ‘Leo’, me llevó ante su comandante advirtiéndome:
—No le vaya a decir jefe al comandante, aquí todos los jefes son comandantes. Comandantes de escuadra, de guerrilla, de compañía, de columna, de frente, de bloque, de estado mayor. A todos debe decirles: ¡Sí mi comandante, no mi comandante! Preséntese siempre con un saludo militar de buenos días, buenas tardes.
Sin muchas vueltas el comandante me dijo:
—Desde este momento serás el compañero ‘Damián’.
Sentí una clavada en mi pecho. En ese instante el Iván moría y me dio tristeza. Así comenzó mi vida de guerrillero o combatiente del monte. El compañero Leo se convirtió en mi consejero. Él sabía que yo era un patán y me advirtió:
—No vaya a hablar aquí como en Quito. Debe sofisticar su vocabulario. Olvídese de las palabras pana, man, pelado. Somos compañeros, guerrilleros, combatientes. A mí, en privado, puede decirme parcerito. No vaya a hablar de camellos, aquí son misiones. No se le ocurra decirle a una compañera, pelada, le puede meter un tiro.
—Chuta, no solo te cambian el nombre, también te amaestran —dije.
—No diga eso compañero Damián, usted no es un animal. Le educan como en un cuartel, este es un Frente con siete campamentos, cada uno con su comandante. Cada campamento tiene unos doscientos guerrilleros, hombres y mujeres. Hacen de todo, desde cocinar hasta disparar.
—Chuta —repetí—, ¿algún día me tocará cocinar?
—A lo mejor —me dijo Leo—, los compañeros ayudan a las compañeras en la cocina.
—Yo preferiría ir al polígono —le dije.
Me llevaron al polígono y desde el primer día les demostré a los comandantes mi buena puntería. Se sorprendieron. Les dije que había aprendido en el servicio militar. Mentira, nunca hice el servicio militar. Aprendí a disparar con los policías, en su polígono, haciéndome pasar por hijo de un coronel. De inmediato, en la guerrilla, me asignaron misiones armadas de pura adrenalina: patrullajes, toma de pueblos, ataques a cuarteles, a carros, secuestros. A veces me enviaban a misiones en las ciudades. Iba vestido de civil y con mis documentos de identidad ilegalmente legalizados. Mi cédula colombiana la saqué en una oficina del gobierno vinculada a la guerrilla. Me dieron un nombre súpercolombiano, Damián Gómez. Iba por el segundo nombre en mi vida y por mi segunda nacionalidad.
Nuestro frente era el encargado de la seguridad del segundo comandante de la guerrilla. Estaba por encima de todos, obvio, menos del No. 1. Por su importancia, yo le llamaba Súper Comandante. Muy largo me pareció ese nombre. Le corté a Súper C. Y ¡oh sorpresa! Un día los comandantes me ordenaron integrara el primer anillo de seguridad del Súper C. En otras palabras, formaría parte de su guardia personal, la élite de la élite, un honor deseado por todos los guerrilleros, sin embargo, solo treinta y cinco eran los escogidos. A mí se me dio. La puerta de la cabaña del Súper C era mi puesto de vigilancia. Horas pasaba parado allí, con mi fusil AK-47 en la mano. Poco tiempo después se integró a la guardia mi parcerito Leo. Me emocionó tenerle junto a mí.
Al comienzo la misión me pareció suave. El Súper C pasaba mucho tiempo en su cabaña que cumplía la función de oficina y dormitorio. Siempre tenía un libro, una revista en sus manos. Después de leerlos los tiraba a una caja de cartón usada como basurero. Los guerrilleros amantes de la lectura los recogían. La mayoría de artículos era sobre comunismo, marxismo, socialismo, todas esas cosas repetidas todos los días por los comandantes para lavarnos el cerebro. Yo no leía esas revistas porque no había crónica roja, noticias del fútbol, de artistas. La política no me interesa. Si no leía, el Súper C escribía. Bueno, quien realmente escribía era su secretaria. En pleno monte él tenía secretaria, compu, radio intercomunicador y otros aparatos que funcionaban con baterías. El Súper C salía de su cabaña solo para estirar las piernas. Nosotros lo escoltábamos.
***